La agotadora carrera de la industria solar

La industria solar debería estar prosperando, con un aumento de la demanda mundial de energía limpia y desenredos de los nudos de la cadena de suministro. No obstante, los fabricantes de energía solar han visto caer los precios de sus acciones este año, y los ejecutivos de las principales empresas advierten sobre una ola de consolidación que se avecina.



El problema está en el avance acelerado de implantaciones de innovaciones tecnológicas a la industria. Una de las principales características de la industria desde sus inicios ha sido la constante mejora tecnológica, como nuevos diseños que producen más energía o nuevas técnicas de fabricación que reducen el desperdicio de material. Todo esto ya tiene consecuencias positivas en el mercado global, pero las tendrá todavía más a futuro. No obstante, el ritmo es importante en los negocios. Ni tan feroz ni tan lento, especialmente, cuando hay innovación de por medio. Algo difícil de saber ejecutar sobre el terreno.

Una consecuencia positiva para los consumidores es que los precios de los paneles, en su mayor parte, han caído continuamente, lo que convierte a la energía solar en la fuente de energía más barata en la mayor parte del mundo. La desventaja es que las fábricas de última generación se vuelven obsoletas en tan sólo unos pocos años y requieren nuevas inversiones constantes sólo para mantenerse al día. Es agotador. Los inversores están cansados y están perdiendo capitalización. Por ejemplo, según Bloomberg, los cinco mayores fabricantes de China, país que domina la industria, han perdido en conjunto 347.000 millones de yuanes (48.000 millones de dólares), en capitalización de mercado desde principios de año.



Incluso los ejecutivos del sector fotovoltaico desconfían del auge de la construcción de fábricas, y las principales empresas advierten que el exceso de capacidad puede provocar una ola de quiebras, fusiones y adquisiciones durante los próximos años, dejando sólo entre cinco y diez empresas en pie. Esta amenaza ya tiene bastante tiempo, pero ahora pesa en momentos en que se necesita para la lucha contra el cambio climático.

Los paneles son ahora más baratos que nunca y la demanda mundial está aumentando, lo que ayuda a desplazar cada vez más combustibles fósiles. Sólo China ha añadido 113 gigavatios de paneles este año, más capacidad que todas las centrales eléctricas del Reino Unido juntas y aún así el empuje de esta demanda choca con la destrucción creativa del sector. Algo parecido ocurrió con el esquito en Estados Unidos cuando las empresas perforaron frenéticamente nuevos pozos para compensar las rápidas caídas en la producción, un episodio que ahora se considera en gran medida como un ejemplo clásico de exceso derrochador provocado por el capital barato. Si bien la energía solar no es esquisto, pues los fabricantes de energía solar están generando ganancias, incluso si la competencia está reduciendo sus márgenes, la carrera por el próximo gran avance agota a la industria solar y eso derivará en que solo unas pocas sobrevivirán cuando el mercado esté consolidado.

Hay mucho camino por recorrer. No tengo dudas que estamos en una transición energética que tiene sus ritmos de avances y retrocesos de acuerdo con la dinámica del mercado y las regulaciones. La energía solar y dentro de esta la fotovoltaica constituirán la base de sistemas autónomos de distintos calibres y con mayor seguridad energética. Son la base de lo que sería emisión cero en hogares, automoción e industria, aunque para ese cero, ya se sabe, falta mucho o tal vez no llegue. Siempre habrá emisiones de algún tipo. No obstante, lo solar, junto a consumo inteligente e integrado con otras fuentes renovables, marcarán el futuro energético luego de una transición en lo que lo multimodal será lo normal en la medida que los hidrocarburos, tanto en lo energético como en los materiales, vayan retrocediendo.




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