¿Qué le espera a Venezuela?





Muchas muertes, detenciones y pobreza, eso sin duda. 

Es tan solo el inicio de una situación difícil de desbloquear donde el gobierno, aunque tiene un control precario, está claramente concentrado en resistir hasta donde se pueda. Morir matando si toca.

Independientemente de las sanciones, su velocidad o alcance, la realidad es que, como hemos comentado en otras entradas sobre este país, la incapacidad de la oposición y el chavismo disidente de plantar cara desde el punto de vista militar frente al chavismo colegiado liderado por Maduro, Cabello y El Aissami, terminarán convirtiendo a Venezuela en una suerte de Estado forajido, en manos de la criminalidad. En esto no podemos olvidar, desde luego, la complicidad de años de una buena parte de la comunidad internacional y la región que apenas ahora cuando ve el diablo llegar se ha calzado el mono de trabajo.

Con unas sanciones graduales como las que se están aplicando, incluso afectando el músculo financiero de PDVSA en dólares ese proceso se acelerará. La estructura de poder criminal que domina al país podría terminar haciendo trueques con Rusia y China a cambio de protección y divisas en negro, pero también viviría del narcotráfico y la minería ilegal, ambas actividades con las cuales puede obtener cash para pagar a sus fuerzas armadas particulares, depuradas con el paso de los días. Eso sí, hundiendo al país en la edad de piedra y generando un caos con impacto regional convirtiéndose en la tierra prometida de la criminalidad regional e internacional. Un agujero negro de donde emanará todo lo que pueda ser ilegal.

Esta realidad provocará muchas muertes y emigraciones. A la vez impactos muy negativos sobre Colombia, la primera y la que más sufrirá pues sus bacrim más poderosas tienen refugio seguro en territorio chavista. Con el incremento de la producción de cocaína en territorio neogranadino, esas redes se fortalecerán. Venezuela ya no solo será un refugio y un paso estratégico para parte de los cargamentos de cocaína del vecino país, también servirá de cultivo y bases de operaciones desde las cuales avanzar política y militarmente sobre la república colombiana, Centroamérica y el Caribe.

Desde luego que suena alarmista, pero no tenemos otra opción que describir este escenario dantesco claramente probable si no se interviene militarmente desde dentro y fuera de Venezuela para desmontar esta formidable estructura criminal con un saco lleno de riquezas en el subsuelo y en medio de un marco geopolítico regional en el que las potencias medianas son débiles y las globales se están replanteando sus propias reglas de juego.

La comunidad internacional es mucho más lenta y comedida, tanto como la oposición leal a los mecanismos electorales y a la negociación. La oposición radical aún es muy débil. Las fuerzas armadas bajo purga y fuerte depuración no pueden hacer mucho más. Están desarticuladas en clanes de criminalidad y solo esas que operan de gatilleros para el chavismo colegiado o narco, están armadas, el resto no tienen mucho con que operar.

Es muy probable que surjan reacciones militares periféricas, pero sin mucho poder de fuego. Solo si son capaces de dar en el corazón del régimen, tal vez podrían lograr un efecto desestabilizador. Una parte de ese corazón son las instalaciones petroleras de carga y descarga, con unos niveles de seguridad informática y analógica muy bajos. También las estaciones de gas y bombeo petrolero, así como los gasoductos y oleoductos. Salvo que Rusia y China, junto a otras compañías se lleven sus propios equipos de seguridad, esta infraestructura es vulnerable a futuros ataques terroristas. 

Esto desde luego, ya se da por descontado en el mercado el cual está tomando medidas para sustituir con éxito la producción venezolana en la medida que la situación en Libia parece que entrará en calma en los próximos meses, Irak está recuperándose y Arabia Saudita y Rusia tienen fuerte capacidad de producción represada para sustituir la exportación venezolana.

El tiempo que todo lo cura puede cambiar estos escenarios con una solución radical articulada, completamente insurreccional con fuerte apoyo nacional e internacional. De lo contrario, lo que le espera a Venezuela es un destino muy triste, nada parecido al soñado por la gruesa mayoría de venezolanos.

La pérdida de oportunidad de negocios y bienestar que está sufriendo Venezuela es enorme, histórica, pero así funcionan estos procesos de disolución del orden civil. Un proceso iniciado con éxito por Chávez y rematado por Maduro y sus socios.

Y así, de consolidarse el régimen criminal, es muy probable que veamos el fín de la era petro-rentista venezolana en forma acelerada. El fín de un capítulo de casi 100 años que dejó una parábola que fue del progreso hasta la auto-destrucción y no por culpa del petróleo sino por el declive institucional en el sentido amplio de la palabra de los venezolanos. El petróleo o la petro-renta simplemente amplificaron las consecuencias para bien o para mal de la dinámica de esta parábola.

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