La revolución de las grandes baterías de almacenamiento y su impacto en los mercados energéticos



Tesla Motors Inc hasta hace poco era conocida por sus potentes y costosos vehículos eléctricos como futuro desafío al motor de combustión interna e híbrido. No obstante, donde estamos pendientes de su actividad es en su gran apuesta a que millones de pequeñas baterías se puedan enlazar para reducir el uso de combustibles fósiles en la generación, transporte y distribución eléctrica.

Sin duda la idea es poderosa, factible y es lo que la ha llevado a justificar la fábrica de 5.000 millones de dólares en los alrededores de Reno, Nevada (EEUU).

Hasta hace poco estaban funcionando sus baterías solo en proyectos pilotos a escala de red.

Pues bien, existen informaciones recientes de que esta fase de prueba se está superando con éxito y ya se están implementando estas baterías en proyectos consolidados y a gran escala.

Hace unas semanas se terminaron de instalar tres gigantescas plantas de almacenamiento con estas baterías Teslas en asociación con AES y Altagas Ltd., en el sur de California. Cada una de las tres sería la instalación de almacenamiento con baterías más grande jamás construida. Combinadas, representarían el 15% del almacenamiento por baterías instalada a escala global.

Con estas plantas ya entrando en funcionamiento se tiene casi la certeza de que se está frente al inicio de una revolución y las velocidades de su implantación crecen.

Todo ocurrió como consecuencia de un desastre ecológico como lo fue la fuga de combustible fósil, específicamente gas natural, en Aliso Canyon cerca del barrio Porter Ranch en los Ángeles. Dicho desastre liberó miles de toneladas de metano en el aire antes de fuera sellado en el invierno del año pasado. 

Para evitar que volviera ocurrir, Southern California Edison (SCE), realizó acuerdos de almacenamiento de energía con Teslas con el propósito de aliviar el riesgo de apagones durante este invierno. Los tres proyectos se completaron en 6 meses, toda una hazaña para la industria.

La industria del almacenamiento por baterías en realidad tiene muy poco tiempo. Es clave en el plan del uso exclusivo o al menos dominante de la energía eólica y solar en grandes redes eléctricas. Hasta hace poco, estas baterías eran varias veces más caras que las mismas plantas de gas natural utilizadas como soporte para el demandante de energías renovables en caso que estas fallaran. Esa tendencia se está revertiendo.

Fuente: Bloomberg, 31 de Febrero, 2017
Ciertamente, la situación está cambiando. Los precios de las baterías de iones de litio están cayendo rápidamente (a casi la mitad entre 2014 y 2016). Esto ocurre por la expansión de los coches eléctricos (la otra pata del desarrollo de este tipo de industria), ayudando a requerir nuevas escalas de fabricación para las mismas celdas de baterías usadas tanto para vehículos como para las que pueden dar soporte en redes eléctricas.

California, como suele ocurrir pues siempre la vanguardia, está ordenando a sus empresas de servicios públicos que comiencen a probar estas baterías para llegar a capacidad de almacenamiento de 1,32 gigavatios hora para el año 2020. Para tener una idea de la dimensión de esta orden, actualmente el mercado global de almacenamiento es menor a 1 gigavatio hora.

Tesla y otras empresas fabricantes van mucho más allá. Son muy optimistas pues creen que pueden agregar al mercado cada una unos 15 gigavatios hora de capacidad para dentro de 3 años. Para que se tenga una idea esto es suficiente para proporcionar lo que hacen varias centrales nucleares. Para otros analistas, estas previsiones son exageradas. La tecnología se mueve rápido pero no para llegar a tanto en tan poco tiempo. Habrá que esperar y ver. 

Es difícil tener certeza del impacto del coste de las baterías y la rentabilidad de los servicios públicos. No obstante, las nuevas instalaciones de baterías están poniendo en duda la utilidad del uso de plantas de gas natural pues contaminan mucho menos y son más seguras. Tomando en cuenta la evolución tecnológica lograda hasta ahora las baterías se están perfilando como una opción realmente factible y con ello se podría prescindir de las plantas basadas en energías fósiles pero aún falta para que se materialice del todo.

Los costes de los nuevos proyectos tendrían que caer a la mitad para ser rentables en una escala más amplia en California y eso es probable que ocurra durante otra década. El coste total instalado de una planta de batería tendría que caer alrededor de 275 dólares por kilovatio hora. El proyecto de Teslas con Altagas (uno de los tres reseñados), costó cerca de 500 por kilovatio hora. 

Por lo observado, no tardará mucho en que la rentabilidad deseada aparezca y cuando pase el impacto será doble porque los planes de Teslas y las eléctricas implicadas en esta tendencia se basan en integrar el consumo doméstico e industrial con el consumo energético automotor. 

Esto, integrado a la expansión de las renovables, bien en formato industrial o a gran escala o bien en micro-generación, terminará sacando de la competencia energética a los combustibles fósiles, incluyendo al gas, no queriendo decir que desaparecerán definitivamente en tres o cuatro décadas, pero que comenzarán a ser prescindibles gracias a la innovación tecnológica energética de las grandes baterías de almacenamiento.

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