Al mercado petrolero ha llegado el otoño: precios e impacto sobre la industria a corto y medio plazo
Nos
preguntan sobre la evolución de los precios petroleros para este otoño pues
bien podemos ir al grano: se mantendrán igual. Entre los 40 y 60 dólares el
barril.
Bueno,
seamos honestos. En realidad es una apuesta. Por más que apliquemos o apliquen
las agencias especializadas modelos de predicción y estudiemos las variables
económicas y geopolíticas en torno al mercado, resulta difícil dar con una
predicción exacta. Casi nadie lo ha logrado, así que se trabaja con estimados.
Si
bien la crisis financiera en ciernes que puedan sufrir empresas medianas y
situaciones concretas de descenso de producción por ineficiencias derivadas de
mal administración política o financiera de las petro-rentas de países y
empresas, podrían impulsar las cotizaciones por encima de los 50 dólares[1],
también es cierto que los productores clave como lo son Arabia Saudita, Irán[2],
Irak, Rusia y EEUU no dejarán de producir e incrementar su capacidad de
producción compensando las caídas de Venezuela, Nigeria o de productores
No-OPEP como Brasil o Colombia, entre otros.
Las
variables estudiadas[3]
como la situación geopolítica en el arco euroasiático, la evolución
macroeconómica, la evolución de las capacidades de producción de las empresas
privadas y estatales, apuntan aún más a una estabilización del precio en forma
ligeramente ascendente si la demanda se potencia en Asia[4]
e Irán, Irak y Arabia Saudita deciden no cumplir con los acuerdos de
congelamiento[5]
que a un descenso hacia los rangos inferiores a los 40 dólares el barril[6].
Es
posible que ya entrando el invierno veamos un repunte más cercano a los 65-70
dólares, pero aún es temprano para visualizarlo.
¿Qué
puede cambiar esto? La explosión de la burbuja petrolera en EEUU, si se llega a
consolidar con una gran capacidad de impago[7],
desastres humanitarios de gran envergadura afectando la capacidad de consumo en
el norte del planeta o en Asia o el derrumbe político de alguna monarquía en Oriente
Medio. Como se puede ver, cosas muy especiales, pero nada que no pueda ocurrir.
Así
que si hay gobiernos o empresas que esperan el milagro de unos precios como un
cohete rumbo a los 100 dólares el barril, pues eso, sería un milagro, pero como
hemos visto en la historia económica del petróleo, los milagros existen y los
ciclos también[8].
Así que mucha fe. La oración ayuda.
[1] Casi todas
las principales empresas han reducido sus gastos de capital. El sector servicio
de petróleo está recortando costes. Esto significa que a futuro el potencial de
suministro o la capacidad potencial de producción se mantendrá estancado
llevando a una reducción de la producción de 5%-10% interanual. Los recortes de
producción tanto en el ámbito convencional, shale y offshore ha sido mucho más
rápido y enorme que lo esperado. Los inventarios por ahora ayudan a balancear
el suministro mientras que la capacidad de refinación en Europa se ha reducido
y se está estancando en EEUU.
[2] ¿Qué pasa con
los sauditas y los iraníes? La OPEP se reunirá informalmente entre el 26 y 28
de septiembre en el marco del Foro Internacional de Energía en Argelia. Incluso
manteniéndose la referencia de un congelamiento, el problema no está en el
establecimiento del mismo sino en su cumplimiento. Es posible que se den los
primeros acercamientos para poner orden en la competencia entre sauditas e
iraníes, pero aún se está lejos de ello. Irán llegará dentro de poco a una
producción de 4,8 millones de barriles diarios y se apresta para superarla,
Irak a pesar de su guerra quiere seguir optimizando y expandiendo su capacidad
de producción, aunque de cara a la OPEP acepta el sistema de congelamiento de
cuotas. Solo entre iraníes y sauditas ha crecido la sobreoferta de la OPEP en 1
millón de barriles diarios. Irán va a por más, y está consiguiendo 25.000
millones de dólares adicionales para la reparación de sus sistemas de pozos.
Los sauditas exportan 8,8 millones de barriles diarios con una producción de
10,4 millones de barriles diarios y un consumo interno de 1,6 millones de
barriles diarios. Por otro lado, tiene cuantiosos inventarios para liberarlo al
mercado de la mejor manera posible, así como pasa con EEUU, China o Rusia bien en cuevas, bien
en tanques terrestres, bien en tanqueros. Se espera que la OPEP incremente su
producción en 1 millón de barriles diarios para el año 2017. La clave es saber
si están en el tope de producción todos los actores principales involucrados,
OPEP u No-OPEP. Congelar es lo de menos. Cumplir es que importa y quién quiere
ser honesto bajo esta situación de presión fiscal es la cuestión.
[3] Un otoño
movido y su impacto sobre los precios petroleros: En otoño afrontaremos algunas
tormentas políticas con impacto sobre la economía global y los mercados
financieros. La recuperación de la economía global aún es débil aunque existen
riesgos políticos que pueden perturbarla. Si bien en EEUU parece la situación
estar controlada por Clinton, hay una sensación de desánimo entre la presencia
de Trump y el rechazo de Clinton por no hablar de la debilidad del partido
republicano. En este caso, la fortaleza institucional del país norteamericano
resiste ante esta coyuntura. En Europa, el auge populista, el incremento de los
riesgos de seguridad y la vinculación de ambas realidades a la crisis de
refugiados están marcando la pauta. En Ucrania, por su parte está bajo el
asedio de Putin quien asocia el conflicto a su proyección de cara a las
elecciones parlamentarias de septiembre. En China, la difícil situación
política podría incrementar la incertidumbre en Asia.
[4] Inventarios
chinos. China se ha concentrado en acumular inventarios estratégicos de 511
millones de barriles a mediados de 2016 y ya ha cumplido con esa meta por lo
cual se espera un descenso de su demanda en septiembre. Aún así, hay dudas pues
China que no es muy transparente en cuanto a dejar conocer los datos de
inventarios (el mercado trabaja por estimados de ventas, consumo y compras
concretas), puede cambiar esos inventarios de estratégicos a comerciales con
relativa libertad, por lo que hay estimados de que China podría liberar
gradualmente parte de esos crudos o acumular otro tanto, tal como observadores
del mercado chino apuntalan pues China está terminando de construir espacios
para guardar 150 millones de barriles de petróleos como reserva comercial. Los
inventarios chinos junto a los EEUU, Rusia y EEUU siempre juegan un papel
importante pues su actividad de llenado son los que han logrado equilibrar
positivamente al mercado aún cayendo la producción de Nigeria, Canadá o
Venezuela.
[5] Rusia y
Arabia Saudita no pueden controlar la producción de EEUU e Irán. La
confrontación entre los sauditas e iraníes ha paralizado a la OPEP. Los
problemas fiscales de Venezuela, Nigeria, Rusia y en menor medida Arabia Saudita,
dificultan la implementación de los recortes de producción. Nadie quiere
recortar.
[6] Los precios
petroleros continuarán en la misma línea de ligera recuperación manteniéndose
entre los 40 y 60 dólares el barril en gran parte por el restablecimiento paulatino
del balance entre la oferta y la demanda compensando los retrocesos en países
como el Norte de Irak, Canadá, Venezuela, Brasil y Nigeria, el ligero
incremento que comenzará registrarse de nuevo en EEUU, así como los incrementos
en Arabia Saudita, Rusia e Irán.
[7] ¿Y las
empresas petroleras? Al caer los precios del petróleo en el año 2015 y no
lograr la recuperación por encima de los 70-80 dólares el barril, las empresas
petroleras no han podido generar suficientes ingresos para hacer frente a sus
costes por lo cual han tenido que emitir deudas para cubrir parte de los
mismos. La no recuperación del precio del crudo a corto plazo, la dificultad
financiera para pagar los intereses y la misma deuda será enorme dificultando
adicionalmente el pago de dividendos o peor aún acometer proyectos de
exploración para elevar la capacidad de producción o reponer reservas. Entre
las cuatro principales petroleras privadas del mundo, Exxon Mobil, Royal Dutch
Shell, BP y Chevron hay una deuda de 184.000 millones de dólares duplicando la
que tenían en el año 2014 (cuando era aún la temporada de vacas gordas con
precios de 115 dólares el barril). Aún así, estas gigantes aseguran que están
generando suficientes ingresos para afrontar en el 2017 su programa de
inversión y sobre todo, lo más importante para los inversionistas, pagar los
dividendos prometidos. Desde luego que más allá de las informaciones oficiales
de cada empresa, hay dificultades. Ya durante el primer semestre de este año
sus planes de desarrollo (ya recortados), sufrieron un recorte adicional de
40.000 millones de dólares. Para estas gigantes un precio que ronde los 70
dólares son buenas noticias, no para algunas estatales o las empresas
petroleras medianas. Las empresas medianas si la están pasando mal. Desde las
productoras de convencionales como Pacific Rubiales, hasta las más veteranas
del fracking en EEUU, pasando por empresas como Repsol, todas ellas en una
batalla por mantener saneadas sus finanzas, participar en el agitado juego de
las adquisiciones y fusiones y no perder el paso en su tasa de descubrimiento y
desarrollo. La posibilidad de impagos casi es un hecho en EEUU y si los precios
no se suben a los 70 dólares veremos caras muy tristes en el entorno de los
inversionistas. Algunos analistas incluso ya la están comparando con el
estallido de la burbuja de las puntocom a principio de siglo.
[8] La tasa de
descubrimiento y la realidad del petróleo convencional caro. La actividad
exploratoria durante 2015 tan solo ha descubierto una décima parte de las reservas
descubiertas en promedio desde 1960. Este año es probable que sea aún menor,
pero aún hay varios proyectos que podrían compensar si dan buenos resultados.
Este es un dato importante porque implica descubrir como la industria petrolera
tendrá reservas suficientes para sustituir las que son extraídas para atender
la demanda futura. Los exploradores/perforadores han llevado sus costes al
mínimo con el descenso de los precios petroleros durante ese año. El resultado
no puede ser más claro: 2.700 millones de barriles de reservas probadas fueron
descubiertas durante el año pasado, el monto más chico desde 1947 de acuerdo a
datos de Wood Mackenzie. En lo que va de año (julio 2016), tan solo se han
descubierto 736 millones de barriles de reservas probadas. La consecuencia más
clara de cara a futuro es que más allá del temporal boom del shale que no
llegará sino hasta el año 2025 en el caso de EEUU, hay que sumar 10 millones de
barriles diarios de producción para satisfacer el crecimiento de la demanda
desde los actuales 94,8 millones de barriles diarios a los potenciales 105,3
millones de barriles diarios dentro de 10 años. Es decir, agregar 1 millón de
barriles diarios de capacidad de producción partiendo de reservas probadas de
calidades comerciales óptimas a la demanda de ese momento. El hecho de que haya
inventarios globales basados en la producción rusa o saudita con posibilidades
de suplir una caída de la producción, o que la tecnología shale se expanda, si
se mantienen las actuales condiciones de consumo, esto no es suficiente. Años
de baja inversión en la consecución de reservas convencionales no podrán ser
sustituidas por la innovación tecnológica energética en el corto plazo. Lo
intentará, pero no será suficiente. Para que eso ocurra debe lograr restituir
algo más que 1 de los 20 barriles consumidos durante este año. Parece fácil
pero no lo es. Es un constante desafío contra la geología. El gasto global en
exploración tanto en estudios sísmicos como en perforación exploratoria ha
sufrido un recorte de 60% durante este año respecto al año 2014 pasando de
100.000 millones de dólares a 40.000 millones de dólares y de acuerdo a las
proyecciones del sector, es muy posible que se mantenga así hasta por lo menos
el año 2018. Esto ocurre porque los presupuestos de exploración son fáciles de
reducir en contraste con los de desarrollo por las características de su
actividad y porque es fácil de levantar o suspender una vez iniciado hasta una
nueva oportunidad. El resultado es menos perforaciones, aún con costes reducidos.
En agosto de este año se perforaron solo 209 pozos que comparados con los
agostos de 2015 (680), 2014 (1.167) e incluso 1960 (1.500), resulta un descenso
sumamente importante. Los efectos se sentirán en aproximadamente 10 años y más
vale que para cuando ocurra la demanda inteligente, diversificada o sostenible
haga su trabajo y reduzca la presión sobre la de petróleo crudo. Se duda al
respecto. Ciertamente no es una situación estática. Es factible que estos
números se muevan a la recuperación pues la actividad exploratoria es lo más
sencillo de manejar. La puedes paralizar pero la data recogida siempre estará
allí y la oportunidad de mercado es el catalizador para reimpulsar el proceso
cuando se presente de nuevo la factibilidad de una ganancia clara. Para algunas
empresas, la brecha en el descenso de la actividad exploratoria de envergadura
se sentirá con fuerza en el año 2040 y este descenso no solo será atribuido a
los costes o presupuestos de la industria privada sino a las trabas e
ineficiencias derivadas de las políticas o debilidades institucionales de los
Estados “poseedores” de las potenciales reservas o con soberanía sobre las
cuencas sedimentarias con mejores perspectivas. Este efecto se sentirá sin
duda, con más o menor fuerza sobre la capacidad de producción y dependiendo de
la demanda, impactará en las cotizaciones elevando así la actividad
exploratoria y vuelta a comenzar. La industria petrolera global necesita
invertir cerca de 1 billón de dólares al año para poder satisfacer una demanda que
va creciendo a una tasa de 1-1,5 millones de barriles diarios y un declive de
producción debido a agotamiento de las reservas de 5% al año.
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