Y no explota Venezuela



 

En nuestra anterior entrada dábamos una fecha para el inicio del descalabro energético de Venezuela: 10 de mayo. Contrario a lo que estimabamos, eso no ocurrió. Los niveles del Guri comenzaron a levantar vuelo y las lluvias están entrando por el sur con fuerza. No quiere decir esto que los racionamientos cesarán, al contrario, continuarán y la crisis eléctrica seguirá por las fallas en inversiones en infraestructura pero el súper apagón de varios días en más de la mitad del país aparentemente no ocurrirá. No por ahora.

En esta ocasión, seguimos hablando de Venezuela, en gran parte porque nos preocupa, bien como país exportador de petróleo, bien como un caso llamativo de decadencia que limita con la categoría de Estado Fallido. De hecho, cuando discutimos el tema entre nosotros no pocas veces llegamos a esa conclusión.

Por menos de lo que está pasando en Venezuela, otros países entran en guerra civil o una fuerte explosión social los sacudiría de norte a sur, pero en este caso no está ocurriendo así.

Todos los indicadores apuntan a una situación de calamidad humanitaria pero los venezolanos, salvo protestas aisladas, están tranquilos. Eso parece. Molestos pero tranquilos. 

Un gran amigo y excelente politólogo nos comentó que el descontento es enorme pero que para que se manifieste en una explosión social o se oriente a una etapa insurreccional se necesita organización desde las élites y agregaríamos nosotros reflejadas en las bases. Adicionalmente, se necesita el factor sorpresa y si algo ha evitado el gobierno de Maduro con relativa eficacia es dejarse sorprender.

Estimamos por informaciones recibidas de distintas fuentes que la oposición venezolana no quiere perder el control de la situación de descontento y que prefiere manejar todo bajo las reglas democráticas e institucionales. Esto lo ha aprovechado Maduro para resistir en alianza con otros factores del chavismo civil y militar. Ellos resisten. Saben que su última línea de defensa es la presidencia porque desde allí se controlan a las fuerzas armadas y el petróleo y no quieren facilitar nada que cuestione su estadía en la misma. Por esa razón, harán todo lo posible para que no se materialice el revocatorio este año y si es posible tampoco las elecciones a gobernadores. Saben que las pueden perder estrepitosamente, al menos de acuerdo a las últimas encuestas.

La oposición intenta cumplir con sus deberes y el chavismo con los suyos, así se salten la constitución. Para la primera la presión de calle es fundamental pero no la ejercen como en los primeros años del gobierno de Chávez o como ocurrió con La Salida en el año 2014. Pareciera que preferirían más una desmovilización o una movilización tímida, siempre bajo control. Algo, que no sabemos si es a propósito (hay evidencias que indican que si) pero que desmotiva a las bases opositoras y le quita prestigio de cara al grueso del electorado.

¿Qué tiene que ver esto con energía?

Que Maduro y el chavismo pueden seguir al frente y que si eso ocurre, pueden contar con una mayor decadencia de la industria petrolera venezolana desperdiciando todo su potencial. Para este año, se espera que su capacidad de producción caiga 200.000 barriles diarios y otro tanto para el año que viene. Sin querer, aparentemente, Maduro abre el camino para una privatización forzosa de la industria petrolera. De hecho, ya se está deshaciendo de activos fuera del país desde hace unos meses. 

Bajo Maduro la depredación no tendrá fin. De eso no nos quedan dudas. Buenas noticias para el resto de los competidores de Venezuela dentro y fuera de la OPEP, malas noticias para el viejo legado petrolero venezolano, sobre todo, a puertas del final de la era del petróleo.

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