Las implicaciones de luchar contra lo inefable: la economía, la tecnología y la batalla perdida de la OPEP



La clave no está solamente en la industria petrolera de EEUU sino en la tecnología que lo hizo posible y sus conexiones con la explotación de otros yacimientos shale en el resto del mundo. Esa tecnología es adaptable haciendo los cambios oportunos a otras estructuras geológicas y no tomará mucho tiempo para que los ingenieros logren ese cometido.

Adicionalmente las mismas son versátiles y derivan en mejoras en las estructuras de costes. 

Estamos en una nueva fase. Un ciclo más de la industria petrolera. Uno en el que la oferta se expande gracias a la innovación tecnológica en el sector aguas arriba y donde el juego rentista retrocede a la espera de futuras restricciones. La OPEP, cosechando buena parte de su política conservadora y rentista (salvo contadas excepciones), ha perdido momentáneamente el poder de incidir sobre los precios. Ya en otras ocasiones ha tenido que acudir a exportadores fuera de su seno para estabilizarlos. De momento mientras no descienda sostenidamente de la cota de los 50 dólares por barril, los miembros con mayor potencial de expansión y capacidad de maniobra no tomarán una decisión en pro de un incremento de las cotizaciones mientras éstas se manejen entre los 50 y 100 euros. Para Arabia Saudita esa es el margen ideal por dos años. Menos no porque afecta sus finanzas y más tampoco porque termina impulsando proyectos cuya oferta más temprano que tarde terminarán comiendo buena parte de su cuota de mercado.

Es factible que este nuevo ciclo se instale más allá de 2020 (la sobreoferta americana tiene ese límite por ahora), si la tecnología de fracturación hidráulica se expande a otras geografías tal como se espera que ocurra. Pareciera que estamos ante un fenómeno de sobreoferta que amenaza con quedarse. Los criterios de evaluación económica tomando en cuenta yacimientos convencionales y la voracidad del apetito asiático están dejando paso a la cautela de un mercado cada vez mejor abastecido mientras los precios lo permitan. Otro factor clave en todo ello, además de la innovación tecnológica, ha sido precisamente la mentalidad conservadora de gobiernos esencialmente petro-rentistas. Salvo Arabia Saudita o una que otra monarquía conservadora tiene músculo financiero para jugar por un breve tiempo a una guerra de precios. No obstante, esa guerra está perdida de antemano. La producción que está saturando los mercados obedece a otra tecnología. El shale oil está desafiando los viejos marcos de análisis de despliegues de proyectos petroleros. Lo que antes tardaba años para ser explotado ahora tarda meses y encima otras mejoras tecnológicas adaptables a pozos marginales convencionales están ayudando sacar petróleo literalmente debajo de las piedras.

En el otro lado de la cancha, en el lado del consumo, las economías asiáticas necesitadas de consumo intensivo parecen ralentizar su apetito y adoptan tecnologías de eficiencia en todos los renglones para lograr el simple hecho de poder respirar aire puro. El gas natural juega sus bazas y la solar y la eólica resisten los bajos precios apuntando a la reducción de costes tanto en la fabricación como en la instalación y generación. Cada vez más se consume menos petróleo para generar un dólar de PIB global o generar bienestar.

Estos cambios llevan también a situaciones dramáticas dentro de la industria petrolera y energética en general. Al igual que en otros sectores económicos, se necesita menos gente para producir, transportar y refinar crudos. Las gigantes petroleras han hecho reducciones significativas de presupuestos y en sus plantillas. Muchos proyectos agua profunda han salido de los portafolios de inversión y eso sin duda afectará a la oferta en un futuro lo cual a su vez traerá nuevos equilibrios que es un poco el objetivo de algunos miembros de la OPEP: dejar que el mercado de su veredicto.

La economía, la tecnología y la batalla perdida de la OPEP marca este nuevo ciclo y en estos tres puntos se concentrará este artículo.

La economía

La caída de los precios del petróleo ha sido una buena noticia para cualquier consumidor, especialmente en las economías OCDE.

El PIB global crecerá 3,3% durante 2015 y dicho crecimiento seguirá estimulando el crecimiento de la demanda de crudos en el planeta.

Las economías de EEUU, Japón, Zona Euro, África e India mejorarán su desempeño mientras que China registrará un crecimiento menor dentro de lo estimado por el Comité Central. Las caídas más notables del ritmo de crecimiento estarán en Latinoamérica, lastrado por el derrumbe brasileño, Rusia y sus zonas de influencia en Asia Central. 

En consecuencia la demanda global de crudos crecerá 1,18 mb/d para alcanzar cerca de los 93 millones de barriles diarios. La oferta no dejará de crecer y se estima que la sobreoferta se mantenga en 1,5 millones de barriles diarios durante el año en contraste con casi los 3 millones de barriles diarios del año 2014. En ese punto se paralizará y no descenderá salvo que los precios bajen de la cota de los 50 dólares el barril en forma sostenida.

El efecto notorio del descenso de los precios del petróleo sacando producción costosa del mercado lleva al crecimiento de la producción No-OPEP de los 2 millones de barriles diarios registrados en 2014 a los 700.000 barriles diarios de promedio para el año 2015 debido no solo a la ligera caída de la producción de gigantes como México, Canadá, EEUU, Brasil o Rusia, sino al resto de los exportadores No-OPEP como Colombia, Argentina, Noruega, UK y China. Ciertamente hay un descenso de contratación de taladros pero no es consistente con la producción correspondiente en gran parte por la innovación tecnológica y flexibilidad de la industria shale. Una cosa es la contratación para convencionales y otra para shale, por tanto, no hay indicios de un descenso abrupto sino más bien un reacomodo del portafolio de la oferta norteamericana gracias a medidas de eficiencia que han llevado la cota de resistencia a los 40-50 dólares el barril de los 70 dólares que se estimaban inicialmente para mantener a flote la nueva capacidad de producción. En paralelo, se está dando un reacomodo corporativo. Las empresas americanas pequeñas, medianas o más endeudadas serán absorbidas por las mejor gestionadas o las gigantes y eso implica también más eficiencia.

La producción OPEP crecerá cerca de 1 millón de barriles diarios durante el año 2015. Angola por costes de yacimientos, Libia por su guerra civil, Argelia por costes de desarrollo y Venezuela por decadencia y caos en su industria serán los únicos miembros OPEP que bajarán su producción. Irán, Irak, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Nigeria liderarán el crecimiento de la producción OPEP.

La tecnología

Las dos tecnologías disruptivas que han cambiado el panorama energético en los últimos 20 años han sido las turbinas de ciclo combinado y la fracturación hidráulica de shale y esto ha revolucionado la dinámica de la industria en todos los sentidos.

Ya no se necesitan los mismos taladros para producir determinadas cantidades de crudos pero eso marca también cambios sustanciales. Por ejemplo, en EEUU la mayor parte de las refinerías están construidas para procesar crudos pesados pero la nueva producción shale es crudo ligero. Existen dos opciones: construir refinerías o liberar esa producción ligera mediante exportación. EEUU por su legislación no puede exportar crudos pero si dejar de importar crudos ligeros. Igualmente la gasolina que produzca a partir de los ligeros si puede ser exportada. Al dejar de importar crudos ligeros deja una sobreoferta flotando en altamar y el hecho de tener esos crudos ligeros en casa hace pensar en adaptar o ampliar las refinerías en pro de su procesamiento con la posibilidad de incrementar la producción de gasolinas con mira a la exportación.


La estructura de costes en algunos yacimientos tight oil en EEUU apuntan ya al nivel de 35 dólares por barril. Si bien la frontera de costes ha pasado de los 70 a los 40 dólares por barril (lo cual resulta llamativo en cuanto a la veracidad inicial de los costes que anunciaban la compañía en contraste con las medidas de eficiencia recientemente empleados y que justifican esta baja) aún falta por esperar los efectos de los reacomodos corporativos de este año.

El impacto más importante es para los suplidores de EEUU. Países como Venezuela, Irak, México o Arabia Saudita, si bien venden crudos pesados, el mayor margen de ganancias lo sacaban con el crudo ligero. Estos exportadores, sobre todo Venezuela y México verán parte de su facturación afectada. Aún así, si quieren exportar crudos pesados, estos no dejarán de ser bienvenidos sobre todo entre septiembre de 2015 y marzo de 2016.

Como ya hemos apuntado en otros momentos, la innovación tecnológica ha hecho su tarea tanto desde el punto de vista de la oferta como desde el punto de vista de la demanda. La consecuencia más clara es esta sobreoferta. Solo una expansión de la oferta abrupta desde el Lejano Oriente o derivado de una recuperación económica más allá de la esperada podría catapultar los precios a los niveles de los 100 dólares y aún así, la innovación tecnológica de la industria ha conseguido la forma de aparejar nueva oferta en un corto plazo.

La batalla perdida de la OPEP

En este momento, véase dónde se vea no hay escasez de petróleo. Los mayores impedimentos para el desarrollo de los hidrocarburos no están en el subsuelo sino en la superficie. En la política económica y el marco jurídico que rige su explotación desde un punto de vista conservador. La tecnología ha cumplido los deberes y sigue trabajando para reducir los costes de explotación en todo el mundo.

Los sauditas están conscientes de la pérdida de poder de la OPEP a la hora de influir en los mercados.

Los sauditas, los rusos y los americanos son los únicos con una capacidad potencial de suministro creciente. La habilidad de la OPEP para restringir la producción y mantener los precios por un largo período se ha vuelto casi imposible y los mismos miembros del cartel están más atentos a la conquista de cuotas y ampliación de su capacidad de producción que en cerrarla para mantener los precios altos. Saben que su poder ha disminuido y es hora de tomar posiciones con miras a un futuro de necesarios recortes que permitan mantener los precios en concertación con otros productores no OPEP.

La OPEP ha perdido la batalla y su capacidad de influencia unilateral sobre los precios es casi nula y parece que permanecerá así a corto y medio plazo sin olvidar que tienen bajo su territorio las reservas convencionales y no convencionales más grandes del Mundo. Por tanto, su futuro no está del todo comprometido entendiendo que se está simplemente ante un ciclo desfavorable a sus intereses.

El futuro inmediato
  
Como siempre determinar la evolución de los precios resulta difícil pero al menos se puede hacer una aproximación. Las cotizaciones actuales no son bajas. Si para proyectos costosos desde luego pero para la producción convencional es más que suficiente. El margen para sacar a esos proyectos costosos del mercado está entre los 20 y 30 dólares el barril. Pero esos precios no satisfacen incluso a los sauditas y mucho menos a otros exportadores de peso como Rusia o Venezuela.

Los sauditas observan y dejan que los americanos se cocinen en su propia salsa hasta esos límites. Estiman que en ese punto es factible que el mercado reaccione y termine retirando oferta mientras que la demanda empiece a crecer lentamente aprovechando las bajas cotizaciones. La OPEP tal vez podría moverse en función de recuperar los precios pero siempre con la mirada puesta en el sector petrolero americano. Es decir, que dicho sector cargue con el coste de la sobreoferta por un buen tiempo.

Tal como está evolucionando el mercado, la caída de la producción americana ha comenzado pero no será abrupta. Esto permitirá que los precios se mantengan entre los 50 y 70 dólares el barril. Un punto de equilibrio que deja ganancias a todos aunque no a los que han administrado mal la riqueza petrolera recibida en los últimos 10 años.

Existen factores geopolíticos que no hemos analizado. Oriente Medio está allí siempre con sus respectivos conflictos. Cualquier incidente incide sobre las cotizaciones y la vista debe estar puesta en Irak, Libia, Venezuela y Nigeria ante todo. Lo que pase allí será crucial para las cotizaciones. Nuestro análisis no toma en cuenta esta variable. Asume un escenario sin un incremento de la conflictividad en estos exportadores y, por tanto, se debe estar atento más allá de la dinámica industrial cíclica petrolera que hoy vivimos y da esperanza en torno a un escenario con abundantes hidrocarburos muy lejos del temido y “cacareado” peak oil.

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