Hidrocarburos no convencionales y su futuro inmediato

Todos observan con atención Norteamérica y vigilan tecnológicamente cuál puede ser la próxima revolución en la industria de los hidrocarburos. El impacto ya es notable pero solo durará aproximadamente 20 años. Luego las cosas pueden cambiar bien por proyección de nuevas tecnologías en sectores claves como el transporte o la electricidad, bien por avances en el paradigma del consumo inteligente o bien porque se habrán registrado más descubrimientos en otras zonas no exploradas.

Hasta hace poco se tenía el convencimiento de que se podía llegar a un límite. Como ya hemos dicho en otras ocasiones, la profecía de Yamani (… no se acabará por falta de petróleo…) terminó imponiéndose.

Aparecen nuevos yacimientos, no son baratos, pero aparecen. De paso, mercados gigantes como los asiáticos están sacando de la pobreza a millones de ciudadanos que adoptan patrones de consumo occidentalizados y presionan la demanda en esa región.

La aparición de los no convencionales llegó para quedarse y tal vez el concepto mismo de no convencionales perdería sentido porque es muy probable que se conviertan en convencionales con el paso del tiempo.

Este informe intenta abordar el fenómeno de los hidrocarburos no convencionales determinando su naturaleza, cantidad, costes, ubicación, futuro e impacto sobre el balance final de los mercados en los próximos 20 años apoyándonos en estimaciones de prospectiva de la Agencia Internacional de Energía y la Energy Information Administration.

Para la cuenca Atlántica y especialmente para Venezuela, los próximos 20 años serán importantes, sobre todo porque el centro de gravedad como todos sabemos estará al otro lado del Canal de Panamá. Muy lejos.

El Caribe con Venezuela, EEUU y México jugarán un rol estelar, pero esto dependerá, en el caso de Venezuela, de su capacidad para establecer marcos de eficiencia en su propia industria. El desafío está allí. Solo hay que afrontarlo con madurez e integridad.

¿Qué son y cuánto son?

La definición de los hidrocarburos no convencionales se aplica a cualquier acumulación de petróleo o gas que necesita tecnologías de producción diferenciadas a las que normalmente se han venido aplicando en la industria petrolera. Con el tiempo, con la expansión de estas tecnologías el concepto de no convencional variará, pero por ahora nos permite establecer diferencias sustanciales entre la explotación tradicional de un recurso de determinadas características físicas y la no tradicional de dicho recurso químicamente similar pero con características físicas que dificultan su extracción o procesamiento[1].

 
Las reservas recuperables de estos hidrocarburos no convencionales (sin tomar en cuenta CTL y GTL) rondan los 3,2 billones de barriles. Dicho volumen se equipara en la práctica a las reservas existentes de hidrocarburos convencionales. En este punto hay que tener cuidado con el concepto de reserva recuperable y la variabilidad de esta cifra dependiendo de la tecnología disponible, costes y cotizaciones del mercado.

¿Cuáles son los costes?

Para extraer un barril de crudos convencionales en el Golfo Pérsico y el Norte de África, los costes resultan manejables y hacen rentable el negocio al día de hoy. No obstante, el hecho de vencer la tasa de declive implica un incremento en los mismos respecto a años previos. Por ejemplo, las reservas petroleras convencionales en ambas regiones ascienden a 1,12 billones de barriles y sus costes de producción oscilan entre 10 y 25 dólares por barril.

En otras regiones, este coste varía. Los yacimientos rusos, por ejemplo son técnicamente son similares en cuanto a su explotación con los del Golfo Pérsico y Magreb, situándose en su mayoría bajo el rango de costes de ambas regiones pero girando más a la banda superior. No obstante, los yacimientos más complejos de tierra firme de reciente descubrimiento oscilan entre los 10 y 70 dólares por barril.

En el caso de otros yacimientos repartidos por todo el mundo para cuya explotación se requieran técnicas de recuperación secundaria, incluyendo las de inyección de CO2, las de estimulación térmica (inyección de vapor de agua) y la estimulación química, los costes, aunque dependientes de las características de los campos pueden oscilar entre 20 y 80 dólares por barril[2].

En el caso de los yacimientos de petróleo convencional en aguas ultra-profundas, es decir con más de 1.500 metros antes de llegar al lecho marino, se habla de unos costes que oscilan entre 70 y 90 dólares por barril.

En proyectos de recursos extra-pesados y arenas petrolíferas concentrados en Canadá, Rusia, Kazajstan y Venezuela, los costes en instalaciones de tratamiento y mejoramiento, así como la mitigación de los impactos medioambientales, se ubican entre 50 y 90 dólares por barril.

En el caso de la producción a partir de lutitas con kerógeno (Kerogen oil) y de petróleo ligero de rocas compactas (light tight oil o LTO), aún en etapa temprana de desarrollo, aunque más avanzado en EEUU, los costes de producción se ubicarían en el caso de la primera entre 40 y 100 dólares por barril y en el caso de la segunda categoría entre 60 y 100 dólares por barril.

Los costes en la producción de combustibles sintéticos a partir del carbón (CTL) se estiman entre 45 y 105 dólares por barril equivalente de petróleo debido a los distintos procesos industriales a los que se tiene que someter. En el caso de combustibles sintéticos a partir del gas (GTL), los costes pueden oscilar entre 60 y 105 dólares por barril equivalente de petróleo.

¿Dónde están ubicados estos recursos?

Prescindiendo de CTL y GTL cuya base distintiva está más en los procesos que en la naturaleza de la ubicación de los recursos, los países OCDE contienen el 16% de los recursos globales técnicamente recuperables de crudos y líquidos de gas natural y 62% de los recursos no convencionales de petróleo. En términos geográficos se habla preferentemente de América del Norte, Europa del Este, Asia Central y Latinoamérica equilibrando poderes con el Golfo Pérsico, región que concentra cerca de 42% de las reservas convencionales.

Si bien el desarrollo más espectacular en petróleos no convencionales está en Norteamérica y Venezuela, el desarrollo también es previsible en otras regiones del planeta, incluyendo África y Oriente Medio.

La cantidad de petróleo no convencional in situ de las arenas petrolíferas de Canadá se aproxima a 1,85 billones de barriles de los cuales podrían recuperarse cerca de 800.000 millones de barriles.

En el caso del petróleo extra-pesado, especialmente en Venezuela, se podría estar hablando de cerca de 1,36 billones de barriles in situ y 500.000 millones de barriles recuperables.

Ambos recursos se pueden encontrar más allá de Venezuela y Canadá, especialmente en Rusia, Kazajstán, Angola, Azerbaiyán, China, Madagascar, Oriente Medio, Reino Unido y los EEUU. Se estima en 600.000 millones de barriles recuperables.

En el caso de LTO, se ha logrado una escala comercial significativa, especialmente en EEUU (áreas de Bakken o Eagle Ford), donde se estiman reservas de 32.000 millones de barriles de barriles pero incluso la Agencia Internacional de Energía proyecta que puede llegar a 58.000 millones de barriles. A escala global se tiene la estimación conservadora de la Agencia Internacional de Energía de reservas recuperables de 240.000 millones de barriles de LTO. Algunas consultoras establecen esta cifra entre 300.000 y 600.000 millones de barriles, especialmente en Rusia, EEUU, China, Argentina, Libia, Australia, Venezuela, México, Pakistán y Canadá.

Las reservas recuperables de lutitas con kerógeno ascienden a 4,3 billones de barriles de petróleo, de las cuales cerca de un 25% corresponde a depósitos comercialmente explotables. Después de EEUU, estos recursos se encuentran en Jordania (30.000 millones de barriles), Australia (12.000 millones de barriles), Estonia y China (4000 millones de barriles cada uno) e Israel, Marruecos y Brasil (3.000 millones de barriles cada uno).

Cuando se habla de CTL, la disposición de recursos es abundante pero requiere de elevadas inversiones para la implantar la tecnología de procesamiento. La Agencia Internacional de Energía estima que con solo el 10% de las reservas de carbón a escala global se podrían obtener cerca de 300.000 millones de barriles de hidrocarburos líquidos de alta calidad. Es muy posible que China e India, con grandes recursos de carbón terminen por lograr implantar esta tecnología que dicho sea de paso ya cuenta con amplia un fuerte despliegue en Suráfrica.

En el caso de GTL, los recursos recuperables de gas natural útiles para GTL se contabilizan en 810 mil millones de metro cúbicos. La transformación del 10% de este volumen mediante dicha tecnología se ubica en 280.000 millones de barriles de hidrocarburos líquidos. En este momento, tres países, Qatar, Sudáfrica y Malasia, son los líderes en la capacidad de producción existente seguidos por EEUU y Nigeria.

¿Qué es lo que va a ocurrir con estos recursos?

La Agencia Internacional de Energía en sus últimas estimaciones estima que la producción total de crudo convencional caerá ligeramente durante el período 2014-2035 desde los 72 millones de barriles diarios a los 67 millones de barriles diarios.

Esto implica que el porcentaje del crudo convencional en la producción total de petróleo caerá del 80% de ahora a un 65% para el año 2035. En otras palabras, hay que buscar petróleo sea como sea y en eso está la industria en no pocas ocasiones un paso adelante.

En ese sentido, se estima que la producción de líquidos del gas natural crezca aproximadamente 40% entre 2014 y 2035 alcanzando la cifra de 18 millones de barriles diarios para el último año. Es decir, 20% de la producción global de petróleo.

La contribución del crecimiento de la producción del petróleo no convencional pasará de 5 millones de barriles diarios a 15 millones de barriles diarios en 2035. Este incremento estará compuesto por  LTO de EEUU[3], de las arenas petrolíferas de Canadá y de los petróleos extra-pesados de Venezuela, suponiendo, desde luego, que Venezuela ponga orden en la gestión de su estatal y el resto de la industria petrolera dedicada a este sector, hoy en franca debilidad.

De la misma forma, se espera un incremento entre 2020 y 2035 de GTL en Qatar y América del Norte, así como la producción de CTL, principalmente en China, África del Sur, Australia, Indonesia y EEUU.

Mientras tanto, las lutitas con kerógeno, a pesar de la gran cantidad de recursos disponibles registrarán una tasa marginal de crecimiento en la producción especialmente debido a los altos costes de operaciones e impactos ambientales.

La producción No-OPEP seguirá creciendo hasta 2020 pero es factible que se podría estancar a finales de la década de los 20. Los países No-OPEP pasarían de tener un porcentaje actual de 57% en la producción global a 59% en 2020 y 54% en 2035.

En términos de proyección futura no se debe obviar la presión social en los casos de explotación del gas de lutita (shale gas), especialmente en respuesta a la implantación de la técnica de fracking o fracturación hidráulica. Dicha presión podría afectar el despliegue de proyectos futuros en muchos países como ya está ocurriendo y sería el equivalente en cuanto a capacidad paralizadora de proyectos al petro-rentismo ampliamente conocido en los países OPEP y que en términos fiscales políticos ha tenido el mismo efecto que tendría la actual presión social y pro-ambiental, es decir, paralizar el desarrollo de la actividad de la industria petrolera.

Igualmente el efecto de una sobreoferta no controlada y la consecuencia de la innovación tecnológica o la evolución macro-económica de los gigantes asiáticos, además de variables como el impacto del cambio climático sobre India y China, tendrán un peso notable en el futuro del equilibrio oferta-demanda de mercado de los hidrocarburos.

Precios por debajo de los 80 dólares por barril dejaría fuera de rentabilidad muchos proyectos aguas profunda, extra-pesados, LTO, CTL y GTL.

Todas las proyecciones indican que luego del empuje de los no convencionales en 2020, el mayor peso de la oferta recaerá sobre los yacimientos con crudos convencionales de Oriente Medio (Arabia Saudita, Irán, Irak, Kuwait, Qatar, Emiratos Árabes Unidos), los cuales podrían registrar un incremento cercano de 7 millones de barriles diarios respecto a los niveles actuales. En contraste, el incremento de la producción de petróleo convencional del resto de los miembros de la OPEP (Angola, Argelia, Ecuador, Libia, Nigeria y Venezuela) será de tan solo 1 millón de barriles diarios durante los próximos 20 años.

Dentro de la OPEP, los líquidos del gas natural serán el principal contribuyente al crecimiento de su producción futura contabilizando a 3 millones de barriles diarios.

Ahora bien, si se toma en cuenta a los hidrocarburos no convencionales, es destacable el rol futuro de Venezuela. Si PDVSA logra recuperarse de su debilidad en la gestión del área de exploración y producción y facilitan el trabajo de sus socios en la Faja del Orinoco, la producción del país de no convencionales crecerá entre 1,7 y 2 millones de barriles diarios dentro de 20 años.

La OPEP disminuirá su peso en el mercado durante la década de los 20 pero comenzará a ganarlo a finales de dicha década.

¿Y cuál será el balance futuro?

El balance al final de 2035 será positivo para Irak (se espera que se recupere de su actual crisis), Brasil, Canadá, Kazakstán y EEUU. Perderán peso Rusia, China, Noruega, Reino Unido, Omán, Azerbaiyán, Kuwait y Argentina. Mantendrán el equilibrio Venezuela, Qatar, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos.

El mercado girará a satisfacer la demanda aún concentrada en el transporte y la petroquímica pero retrocederá con fuerza en el sector electricidad si los precios se mantienen fuertes, lo cual hará competitiva a fuentes alternativas.

El flujo comercial durante los próximos 20 años perderá cada vez más fuerza en la Cuenca Atlántica y se concentrará al este del Canal de Suez, es decir, Oriente Medio y Asia.

Se potenciará el transporte de productos refinados en ese eje en la medida que tanto en Oriente Medio como en Asia-Pacífico se fortalecerá la capacidad de refinación, en el último caso, en paralelo de la propia capacidad de producción de materia prima.

Los dos principales importadores serán India y China con 11,7 millones de barriles diarios y 6,8 millones de barriles diarios respectivamente mientras que la participación en el total de las importaciones globales de EEUU descenderá notablemente. Semejante situación obligará a ambos países asiáticos a implicarse, como de hecho ya lo comienza a hacer China, en la seguridad de los corredores energéticos del Índico y Pacífico y especialmente los estrechos, como el de Malaca, el cual pasará de registrar el transporte de 13 millones de barriles diarios de hoy a 17,5 millones de barriles diarios en 2035. La seguridad marítima en la región será sin duda clave.


Economic Impacts of the Unconventional Oil and Gas Revolution





[1] El petróleo no convencional incluye las siguientes clasificaciones: 1) Lutita con kerógeno (“kerogen shales” o “oil shales”): Trata de un tipo de rocas sedimentarias de grano fino principalmente integradas por partículas de tamaño arcilla o limo, de muy baja permeabilidad que contienen una mezcla de componentes orgánicos sólidos denominada kerógeno, a partir de la cual, por calentamiento (hasta unos 500ºC), pueden obtenerse hidrocarburos líquidos (“kerogen oil”). Son rocas madres inmaduras que no han llegado a producir petróleo porque durante su enterramiento no se han visto sometidas a las condiciones mínimas de temperatura requeridas para la génesis de petróleo o gas, 2) Petróleo ligero de rocas compactas (“light tight oil” o LTO): Refiere a crudo ligero atrapado en rocas sedimentarias de baja permeabilidad y porosidad (lutitas, areniscas y calizas). Son rocas madre de hidrocarburos, ricas en materia orgánica, las cuales tras sufrir un proceso de maduración térmica adecuado han generado petróleo. Parte de este se encuentra todavía en la roca, aunque otra parte puede haber migrado verticalmente acumulándose en yacimientos convencionales. Como los fluidos no pueden moverse a través de rocas de baja permeabilidad, la producción comercial del petróleo que contiene requiere de técnicas avanzadas como la fracturación hidráulica (o “fracking”) y la perforación de sondeos horizontales multilaterales. 3) Arenas petrolíferas o arenas asfálticas (“oil sands” o “tar sands”): Se trata de rocas sedimentarias no consolidadas mayoritariamente formadas por partículas de tamaño arena, aglutinadas por una variedad densa y extremadamente viscosa de petróleo, técnicamente conocida como bitumen. Existen diversas tecnologías para extraer el bitumen de las arenas. Cuando estas están cerca de la superficie, se explotan mediante minería, usando enormes palas y camiones volquete. A continuación, se extrae el bitumen utilizando agua caliente y sosa cáustica, para finalmente tratarlo mediante un proceso (“upgrading”) que da lugar a un crudo sintético que se envía a una refinería. Las mayores reservas y recursos de arenas petrolíferas se concentran en Canadá, principalmente en Alberta, 4) Petróleos extra-pesados (“extra-heavy oils”): Todos los petróleos con gravedad API por debajo de 20° se consideran no convencionales, lo que incluiría en esta categoría, a los denominados petróleos extra-pesados. Se utilizan diversas técnicas avanzadas de perforación que consiguen reducir la viscosidad lo suficiente para que el petróleo pueda fluir a la superficie. La mayor acumulación de petróleos extra-pesados se concentra en la Faja del Orinoco en Venezuela, 5) Líquidos del carbón y del gas natural (“coal-to-liquids” o CTL y “gas-to-liquids” o GTL): Incluye combustibles sintéticos (“synfuels”) derivados de la conversión del carbón o del gas mediante la reacción de Fisher-Tropsch.


[2] En el caso de inyección de CO2, se podría ahorrar costes si el proyecto de desarrollo se llega a beneficiar de créditos de carbono por secuestro de CO2 y su almacenamiento en el subsuelo.
[3] Existen muchos indicios de que Norteamérica, especialmente, EE.UU. acompañado de Canadá, continuarán dominando la producción mundial de LTO. En otras partes del mundo, la AIE estima que muchos países intenten reproducir el éxito de EE.UU., de tal manera que en 2035 la producción en Rusia podría alcanzar los 450.000 barriles diarios, mientras que en Argentina podría situarse en torno a los 220.000 bd y en China en los 210.000 bd. Sin embargo, muy probablemente, en el resto de países la producción apenas será del orden de algunas decenas de miles de barriles diarios, reflejando las barreras regulatorias y la ausencia de una atmósfera innovadora y competitiva en el sector de exploración y producción, lo que mantendría los costes de extracción por encima de los niveles propicios para atraer inversiones significativas.

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