La ruta fallida hacia una sociedad plenamente “socialista” basada en el petro-rentismo

Los cables son contundentes, luego de una estrepitosa caída de los bonos en la jornada del lunes 08 de septiembre, ante los temores de un default, la deuda venezolana se recuperó ligeramente de 0,36 puntos en promedio. Los títulos soberanos ganaron 0,35 puntos, en tanto que los de PDVSA subieron un punto en promedio. Sin embargo, analistas señalan que no hay indicios de una recuperación sostenida.

Credit Suisse, Deutsche Bank, Goldman Sachs, incluso Barclays que es la más pesimista[1] no visualizan el default como alternativa en Venezuela. Asumen y no sin argumentos que Venezuela aún tiene capacidad de pago para atender sus compromisos.

En cierta forma, es la reacción natural de los fondos inversiones y la banca para mantener arriba una estructura de papeles de deuda y también neutralizar el alarmismo levantado por la ligera baja de los precios petroleros y el artículo de Hausman en el que planteó el dilema casi cercano a la realidad de: pagar deuda externa vs atención a las necesidades internas.

La diferenciación clave está en que una cosa es la deuda interna producto de un tipo de cambio que causa elevadas distorsiones para todos los actores económicos y otra es la deuda externa. No obstante, dicha deuda interna termina tarde o temprano incidiendo en los niveles de deuda externa, aún más por las deficiencias de la política monetaria.

El hecho de que no exista tanta reserva líquida y mucha de ella esté en oro y que ese oro descienda en las cotizaciones en los mercados, también aporta su granito de arena en la valoración de los mercados.

Ahora no se puede hablar de default porque el gobierno sabe que si incumple son muchos los activos y cuentas por cobrar por motivo de exportaciones que quedan completamente en el aíre, además de compras que vienen en camino. Venezuela, tan vulnerable al sector exterior, no se puede dar el lujo de dejar de pagar por ahora.

Las soluciones que ofrece el modelo petro-rentista socialista dominante en la mente de los decisores son dos: una a largo plazo y otra a corto. La primera es la elevación de la producción petrolera para poder soportar un proceso de devaluación y ajustes menos drástico con consecuencias negativas en términos políticos, sociales y sobre todo militares. La segunda es la venta de activos en el exterior y una que podría ir cubriendo lentamente que es el desmontaje de las condiciones de Petrocaribe para poder liberar crudos que pueda vender al contado. Cuba sale de ese paquete. A la isla siempre se le garantizará petróleo mientras el régimen siga dependiendo de su influencia o cambie. Una de las tareas de Ramírez en su nuevo cargo está precisamente en buscar cómo ir retirando esos beneficios a esos países sin que tenga fuerte impacto en la capacidad de influencia de Venezuela sobre el Caribe.

Como se puede notar, apalancarse en la proyección del sector privado foráneo o criollo u otras fuerzas políticas no está en los planes de los decisores más importantes del actual régimen.

Levantar la producción petrolera venezolana bajo el modelo petro-rentista ha resultado difícil y se estima que lo seguirá siendo. La situación permanecerá igual o peor. En este momento, se habla de una producción de 2,15 millones de barriles diarios y la mayor parte de pésima calidad. Eulogio del Pino y Asdrúbal Chávez son responsables directos de esa situación y no se espera que con sus equipos ahora en sus nuevos cargos reimpulsen la producción al alza ni siquiera con soporte privado a menos que pongan orden en la gestión de sus relaciones productivas con las transnacionales[2]. Son pocos los proyectos que se podría decir van viento en popa. Para poder cumplir la meta de los 4 millones de barriles diarios se necesitan al menos 2 años con cerca de 200 taladros de producción y una inversión de 40.000-60.000 millones de dólares anuales que no están ni se le esperan bajo las condiciones hoy vigentes. Se requeriría de una apertura y cambio de modelo radical para que ello ocurra, sobre todo porque lo que se necesita en el ámbito de crudos no convencionales es actualización tecnológica y proyección comercial de la mano de socios con capacidad para colocar dichos crudos. La competencia es dura, incluso con productoras en suelo americano que ya están dotando al mercado norteamericano de capacidad exportadora.

Controlar la fuga de renta petrolera y pasar a una gestión eficaz: ese es el desafío petrolero venezolano


No son suficientes Chevron, ENI, Repsol o las presentes con sus respectivos proyectos aún a máxima capacidad. Se requiere más porque se estima que en menos de 1 año EEUU pueda estar haciendo cambios legales para permitir la exportación de pequeñas cantidades de crudos al Golfo de México y el Caribe[3]. Es decir, el mercado se le pone mucho más competitivo a Venezuela y eso que aún no se sienten las consecuencias de la apertura mexicana[4]. Adicionalmente, se requiere un desarrollo mucho más tecnificado que reduzca los costes con miras a poder colocar en mayor cantidad esos crudos mejorados en Asia, especialmente en China, Japón e India. Allí también la competencia es dura y adicionalmente los costes de transporte elevados pero con la ampliación del Canal de Panamá es muy posible que dichos costes puedan reducirse y poder favorecer el proceso de exportación desde Venezuela. 

La venta de activos en el exterior es la solución a corto plazo y Citgo está en la mira con Lazard y Deutsche Bank como gestoras. El precio está entre 8.000 y 10.000 millones de dólares y ya asoman la cabeza varios compradores: HollyFrontier Corp, Valero Energy Corp, Western Refining Inc, Tesoro Corp y PBF Energy Inc. Citgo tiene ganancias anuales antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización (EBITDA) de alrededor de 1.500 millones de dólares con sus tres refinerías en Estados Unidos en Lemont, Illinois; Lake Charles, Luisiana; y Corpus Christi, Texas. Citgo también es dueña de 48 terminales y cerca de 6.000 estaciones de servicios o gasolineras en EEUU.

Está claro que la venta de semejante activo traerá más pérdidas que ganancias en el futuro cercano. Los 10.000 millones de dólares que se obtengan no compensarán el hecho mismo de poder completar la cadena de valor de PDVSA en la colocación de sus crudos no convencionales, lo cual, era el sentido del proceso de internacionalización que dicha corporación implantó desde finales de la década de los 80.

La venta de estos activos es una señal. La señal de que Venezuela se apresta a comunizar su economía y hacerla más estatal-centralizada llevándola a los antiguos niveles de Cuba y si se puede a los actuales de Corea del Norte. Esto tiene serias implicaciones porque no solo se pretende el desprendimiento de las ataduras del sector exterior para poder incurrir en futuros impagos, sino que también se está buscando de nuevo la expropiación de activos de empresas foráneas en territorio venezolano sin temor a ser sancionada. Las áreas de telecomunicaciones, energía y banca son las primeras en la lista.

Siguiendo la estrategia de Cuba de convertir a Venezuela en una zona de depredación rentística petrolera mientras que desde la Habana se decide su destino negociando con el exterior su proceso de transición, el gobierno de Venezuela se prepara a entrar en una fase de radicalización que implicará tarde o temprano alguna modalidad de default.

El nombramiento de Jaua en cargos que le permita implantar la política de comunas, por otro lado, implica que la Venezuela que se conoce, es decir, la dividida en estados y alcaldías desaparecerá y pasará a convertirse en un país controlado férreamente a través de las comunas emulando la idea de “todo el poder para los soviets” que no es más que una centralización del poder disfrazada de descentralización y enfoque en el poder popular de base.

El experimento de cambio de los circuitos electorales que continúa en el seno del CNE apunta de alguna manera a diseñar en la práctica la manera de crear una nueva geometría del poder en territorio venezolano y dicho experimento se complementará con el esfuerzo de creación de comunas y barrido de las antiguas instituciones republicanas como el municipio o el estado (que ya están quedando como cascarones vacíos y sin presupuestos) para asegurar aún más el poder en todos los rincones de Venezuela[5].

De esta forma, lo que Maduro está haciendo en la práctica es intentar estabilizar las finanzas en lo interno con pequeñas medidas partiendo del petro-rentismo, manteniendo un flujo que permita tener a los actores domésticos más importantes contentos mientras que va despegándose lentamente de las conexiones exteriores que signifiquen riesgos para su cometido (activos venezolanos, relación con entidades internacionales de auditoría u organizaciones internacionales que impliquen vigilancia en temas económicos, derechos humanos o gobernanza), dejando las principales negociaciones en manos de la Habana y consolidando su relación con el mundo exterior a través de Cuba y de potencias del mundo multipolar como China y Rusia, mientras que sigue en la implantación de otra geometría del poder, de otras instituciones más centralizadas y menos democráticas liberales en territorio venezolano.

Esto comenzó hace tiempo. De hecho, era el camino elegido por Chávez desde que se declaró socialista en 2007. Maduro no hace sino continuar con el legado y muchas de las prácticas que estamos viendo de flexibilización son un alto en el camino para tomar refrigerios pero el objetivo del chavismo o al menos de la élite del chavismo es claro: socialismo del siglo XXI.

¿Quién puede detener ese proceso?

Muchos:

  1. Comenzando en lo doméstico por lo que los chavistas llaman la derecha endógena: El chavismo no es un bloque ideológico sólido. En su interior abunda una visión doble de la realidad. Ideológicamente se cierra en banda con un modelo de pensamiento fiel no solo al socialismo sino al bolivarianismo pero en la práctica el capitalismo rentista o depredador, no exclusivo de ellos (también ocurre en la oposición y en muchos venezolanos), les lleva a desempeñarse en las acciones de gobierno o negocios de otra manera. 
  2.  Por otro lado, existe el chavista por convicción en todos los sentidos: Un chavista que opera creyendo fielmente en los postulados ideológicos. Chavista que abunda no precisamente en las élites y curiosamente si en las bases, incluyendo las fuerzas armadas. Ambos, tanto la derecha endógena con doble visión de la realidad como el chavista por convicción pueden paralizar la acción de gobierno en gran parte aprovechando sus contradicciones. El chavista de la derecha endógena quiere hacer negocios. Quiere riqueza y la situación actual no le conviene con una economía paralizada y una renta petrolera menguante. Mientras que el chavista por convicción, no está conforme con el tipo de socialismo que se está implementando por dos razones sencilla: 1) los resultados dejan mucho que desear (inflación, empobrecimiento, escasez, fallas de infraestructura, inseguridad personal) y 2) en su mayoría no apuesta por un socialismo parecido al cubano sino un socialismo del siglo XXI. Por tanto, tampoco está contento. 
  3. Por otro lado, están los rusos y los chinos, además de otras potencias como EEUU o Brasil: cada uno con sus intereses no están interesados en una Venezuela paralizada e inoperante en términos energéticos. Siempre se ha dicho que más que el control por los recursos a las potencias y transnacionales le interesa más una Venezuela que produzca energía y volumen de negocios a una Venezuela paralizada. El gobierno de Maduro tal como va solo garantiza paralización del rol natural de Venezuela en el sistema económico mundial. Hay países como Colombia o Guyana que por razones lógicas apuestan por un gobierno como el de Maduro, pero en el fondo, al menos a la primera le conviene en algo una Venezuela pujante, no obstante, cada país tiene su escala de prioridades. La ruina institucional y económica de Venezuela por ahora está significando el empuje de Colombia y Guyana en muchos aspectos. 
  4.  La oposición: Aunque debilitada sigue su plan de lucha. No es una oposición fuerte y con impacto, mucho menos con ideas claras, pero sigue su trabajo político. La oposición en algún momento podría recuperar su fuerza y podría plantar cara al gobierno de Maduro pero por ahora eso no está en la agenda. 
  5.  Los militares: Siempre los militares han jugado un rol estelar. Desde el pretorianismo bolivariano pasando por el profesionalismo llegando hasta el patrimonialismo castrense, los militares pueden cambiar su rol en escena y pasar de una función de sostén a una disruptiva. Tanto el sector más identificado con el pretorianismo bolivariano como el profesional no están contentos con el estado actual de cosas. Pueden ser chavistas o no, pero el descontento que se siente en el mundo civil también se siente en el militar con el agregado de que siempre han jugado un rol estelar por tener las armas y una vocación de poder sin igual en toda la historia republicana. 
  6.  Los boligarcas y los empresarios tradicionales: algunos afectados por la situación actual y otros beneficiándose pero cada vez en menor cuantía. Ambos requieren de un proceso de expansión y agilización de la economía y su reconexión con el sistema económico internacional. 
  7.  Las bases chavistas y opositoras: desde los sindicalistas hasta los colectivos pasando por las comunidades y los estudiantes. Las masas siempre juegan un rol importante, significativo, de catalizador de procesos disruptivos. El descontento con el liderazgo de ambos polos es importante y puede llevar a situaciones extremas de manifestación de descontento.
Cada uno de estos actores o la conjunción de alguno de estos puede cambiar la situación desestabilizando al gobierno de Maduro y llevándolo a un punto de no retorno: o agiliza los cambios eficazmente y sin mucho dolor y/o se va.

En el manejo de los problemas de un país la comunicación entre todos sus ciudadanos es importante. Estos niños venezolanos tienen mucho que enseñarle a los adultos de dicho país


¿Qué puede mantener a Maduro en el poder?

Más petróleo y mejores precios. Es la única salvación del actual modelo. Otra variante es una apertura económica pero eso desafía las bases del legado.

En el fondo el default ya está instalado en Venezuela y los actores probablemente ya se están alineando para superarlo.


[1] Aún falta la valoración de Bank of America, cuyo analista Francisco Rodríguez, un venezolano de tendencia opositora, se ha reunido últimamente con Ramírez y Merentes para ayudarles articular operaciones financieras de distintos calibre previa aplicación de las medidas económicas postergadas.
[2] En este momento, la Faja Petrolífera del Orinoco enfrenta serios problemas laborales y es factible una paralización de sus actividades por huelga laboral si Eulogio del Pino no atiende este frente en lo inmediato.
[3] El gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, uno de los principales aspirantes a la candidatura presidencial del 2016 del Partido Republicano ha estado mencionando que la prohibición a la exportación de crudo es un lastre para Estados Unidos, sumando su voz a un creciente coro de políticos locales que creen que el creciente suministro doméstico debería buscar nuevos mercados. Ahora anda de gira, incluyendo a México y a México le gusta la idea de que EEUU exporte porque de hecho quiere comprarle crudos ligeros para uso doméstico. Anular completamente las restricciones a las exportaciones de crudo requeriría la aprobación del Congreso que la mayoría considera poco probable en el corto plazo. Sin embargo, muchos sostienen que el presidente de Estados Unidos podría permitir que gradualmente más petróleo fluya hacia el exterior mediante poderes ejecutivos. La prohibición fue impuesta después del embargo de petróleo árabe de la década de 1970 y quienes abogan por su anulación dicen que es una política obsoleta de cara al auge de la producción de crudo ultraligero de yacimientos como Eagle Ford en el sur de Texas. El exceso de oferta de crudo ligero es inadecuado para muchas refinerías a lo largo de la costa del Golfo en Estados Unidos, que están configuradas para crudos más pesados. Crudos pesados que procesa precisamente CITGO, la misma que quiere vender el gobierno venezolano y que necesita para colocar tanto sus crudos pesados como mejorados pero que el mismo observa como carga y prefiere deshacerse de ella para atender sus necesidades financieras inmediatas.
[4] Se estima que se sienta en aproximadamente 5 años.
[5] Algo que se notará y con fuerza en la dinámica de las elecciones legislativas de 2015. El chavismo podría sacar menos votos pero quedará con más diputados en una desproporción aún mayor que en las elecciones de 2010.

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