La gestión del conocimiento en la industria petrolera: ¿Cómo evitar la sorpresa?

No nos cansamos de observar la sorpresa que experimentan las compañías petroleras ante los cambios del entorno. Desde los departamentos de seguridad hasta sus departamentos de finanzas viven en una constante presión sobre los cambios rápidos y vertiginosos de la cotidianidad.

El entorno de las petroleras está marcado por múltiples esferas que van desde el social de las áreas operativas, pasando por el político, militar y económico local, nacional e internacional hasta la evolución de la tecnología y el comportamiento de sus competidores.

Ante cada una de estas esferas, las compañías petroleras han evolucionado para procesar los cambios y gestionarlos en forma más departamental sin dejar de estar comunicados entre sí.
Muchas veces lo observado por un trabajador de una contratista o de planta que no tiene que ver nada con vigilancia tecnológica, finanzas o seguridad, puede ser de suma utilidad para cada uno de los departamentos responsables.

Existen múltiples mecanismos para gestionar ese tipo de observación, convertirla en información y de allí en conocimiento, pero su implementación no siempre es fluida y oportuna.
Al no fluir la información no se construye conocimiento que puede dar apoyo al conocimiento especializado. En ese punto, surgen los problemas. En parte porque las compañías como toda organización humana tienen estructuras de poder, jerarquías para los cuales el conocimiento es poder y no siempre el poder es innovador o apunta a la mejora continua.

Las sorpresas que sufren compañías cuando le explota una refinería, una banda terrorista captura una instalación, un grupo de ingenieros es secuestrado o un ejército de islamista avanza hacia sus instalaciones, tal vez puedan ser manejadas por sus departamentos de seguridad y prevención de accidentes, pero siempre está el riesgo de pérdidas de vidas humanas y activos por no tener una mayor capacidad de anticipación.

Desde el Niger hasta Colombia la sorpresa aguarda en cualquier rincón
 
Esa capacidad de anticipación siempre se ve afectada por la excesiva visión departamental ante cada situación. Es decir, no tomar en cuenta las alertas y sobre todo las lecciones aprendidas que cada compañía debe asumir de sus empleados.

Para ello un modelo de lecciones aprendidas o un sistema de gestión de información procedente de los mismos empleados y que pueda ser canalizada a través de oficinas de gestión de información que den soporte y alertas tempranas a los departamentos encargados no solo son de suficiente ayuda sino de soporte para un funcionamiento plenamente innovador de toda la estructura corporativa y operativa. Es decir, cada empleado, cada gerente, puede contribuir a informar y analizar el entorno, así como dar sugerencias claras y concretas para mejorar procesos o anticipar situaciones que no necesariamente sean de su departamento.


 
¿Qué se logra con ello? Evitar el sesgo cognitivo grupal y departamental. Entender en forma más global no solo el entorno desde múltiples puntos de vista sino el mapa mental de sus trabajadores, el valor de las empresas. Dicho mapa mental permite tomar el pulso de cómo piensa globalmente la compañía y a la vez detectar alertas tempranas que permitan diagnósticos de anquilosamiento o rigidez corporativa para luego establecer estrategias que permitan convertir a la empresa en un organismo íntegramente pensante y autocrítico capaz de generar innovación y mejora continua.

Siempre es difícil establecer este tipo de mecanismos sobre todo por las resistencias de las estructuras o grupos de poder dentro de las empresas, pero las TIC ayudan mucho al respecto y los accionistas, clientes, empleados y gobiernos estarían mucho más agradecidos con compañías petroleras más inteligentes, menos rígidas y con ello innovadoras y sostenibles con su entorno.

Un ejemplo de uso de las TIC para procesar datos y convertirlos en información

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