Petróleo y gas natural: del mercado deficitario al
mercado con excedentes
El
cese de las sanciones en Irán y el crecimiento del shale oil y shale gas de
EEUU tendrán un efecto negativo sobre la evolución de los precios petroleros y
mantendrá la presión a la baja en los contratos del Atlántico para el gas
natural, aún cuando la OPEP todavía tiene alguna capacidad de maniobra en caso
de derrumbe por debajo de la cota de los 80 dólares por barril y aún hay
variables como la inestabilidad en Libia, Irak y Venezuela que podrían afectar
con incidentes repentinos el flujo de crudos.
A
largo plazo el éxito del shale gas y shale oil en EEUU y otros países limitará
la inversión en exploración y desarrollo de convencionales muy costosos ante el
excedente que se podría visualizar entre 2020 y 2025.
No
obstante, el juego no se ha paralizado por el hecho de la existencia de grandes
posibilidades del shale. Proyectos que venían avanzando desde hace años están
entrando en producción por inercia de su desarrollo. Arabia Saudita, por
ejemplo, sigue el desarrollo de su campo Manifa aunque con algunos recortes.
Este año la producción de este campo alcanzará 900.000 barriles diarios,
equivalente a la producción de la formación Eagle Ford de EEUU.
Las
inversiones en crudos convencionales en todo el mundo están más concentradas en
mantener controlada la tasa de declive de los pozos en los yacimientos maduros
que en expandir la capacidad.
China
inicia su fase shale gas y luego de la participación de empresas medianas de
exploración[1],
ExxonMobil, Chevron, ConocoPhillips, Shell, Total y Eni se encuentran entre las
grandes empresas líderes que están firmando acuerdos de exploración de recursos
“shale” en China[2].
A
pesar de la excitación, el futuro shale de China no está del todo claro. Los
progresos por ahora no son los más prometedores por todos los desafíos aún por
superar no solo en el ámbito ideológico sino por el modelo económico de
desarrollo de la industria de los hidrocarburos en ese gigante asiático.
La
mayor parte de las reservas de shale gas están 3 cuencas: Sichuan, Tarim y
Yangtze (89% entre las tres del estimado de las reservas nacionales que arriba
a 31 billones de metros cúbicos).
El
potencial sin duda es enorme y para varios observadores China tiene las
reservas de shale gas más grande del mundo con 68% más de reservas técnicamente
recuperables que las que posee EEUU (EIA, 2013).
El
gobierno chino hace un esfuerzo notable por expandir su producción de shale
gas, pero para muchos observadores las metas propuestas resultan poco viables[3].
China
no deja de diversificar fuentes de importación como una forma de no poner los
huevos en la misma canasta. La diversificación es seguridad energética pero no
caben dudas que cualquier descubrimiento o producción será usado para el
mercado interno de ese país.
El
avance de EEUU y China en recursos shale constituye la punta de lanza de otros
procesos de exploración shale en África y América Latina que pueden
revolucionar la configuración de la oferta de hidrocarburos[4].
En
primer lugar, una de las consecuencias que se pueden observar es la generación
de excedentes en un mercado ávido de hidrocarburos y sometido a la rigidez de
los exportadores OPEP o las limitaciones de las reservas convencionales de los
No-OPEP. Estos excedentes, catapultados por la producción shale oil global, podrían
llegar al menos a 5 millones de barriles diarios para el año 2018 afectando los
precios y con ello, de no llegar a otra estructura oligopólica más fuerte que
la OPEP o que la complemente, afectar el futuro de muchos proyectos en cartera.
Se requieren precios superiores a los 50 dólares por barril para garantizar un
mínimo retorno de inversión de buena parte de los proyectos no convencionales a
la tecnología actual. Mantener los precios es factible si el excedente
comercializable es absorbido por la fuerza de la demanda de Asia y en caso
contrario, si los líderes en producción acuerdan con la OPEP mantener los
precios a un nivel razonable. Observando la naturaleza jurídica de EEUU y las
necesidades tanto de este país como de China, no se espera de su parte algún
acuerdo oligopólico con la OPEP. En cambio sí de Rusia y Argentina[5].
Se
asume que el desarrollo del shale gas y el shale oil tardarán su tiempo porque
resulta difícil replicar las condiciones de la industria norteamericana y en
cierta forma es cierto[6].
Pero no se debe subestimar el hecho de que cualquier cambio favorable en
términos de marco regulatorio abriría espacios para una explotación rápida de
estos recursos. Un elemento clave está en el uso del GNL como recurso de
comercialización en distintos escenarios y con gran provecho en términos de
precios dentro del territorio asiático. A China no le deja de convenir, por
ejemplo, importar gas para manejar un hub potente de gas en la región en
competencia con Japón preparando el terreno para un creciente complejo de
licuefacción y regasificación que permita interactuar el gas ruso, el gas de
Oriente Medio y su propio gas en la región económica que podría sostener el
mayor crecimiento de la demanda.
Para
lograr esta meta requiere fuertes inversiones en capacidad de transporte que
puede apalancar sin duda alguna dando incentivos o con recursos propios, pero
hay una serie de obstáculos que no favorece en nada el desarrollo del shale gas
y el shale oil en este país y es la escasez de agua en algunas de las cuencas
que alojan las reservas más importantes, tal como ocurre en la cuenca de Tarim,
así como la escasez de un ambiente de negocio más competitivo, una estructura legal
madura cercana al paradigma liberal y la propiedad privada de la tierra.
Esto
es un reclamo insistente de parte de las empresas petroleras privadas que, en
cierta forma, si bien sería útil que se cumplieran muchas de estas condiciones,
éstas no son necesarias para el desarrollo del shale gas y shale oil. Este tipo
de exigencia es habitual en la industria petrolera privada pero la experiencia
histórica ha demostrado que si hay retorno de inversión y éste está garantizado
por el gobierno, las mismas compañías entran sin problema a invertir y
desarrollar el recurso natural. De lo contrario, no existiría industria
petrolera en países con marcos legales poco favorecedores para la misma. Lo que
si afectaría y en eso si hay que hacer hincapié es en la velocidad de
desarrollo que distaría mucho de la experiencia americana salvo que existiese
algún tipo de incentivo o las mismas estatales chinas se hagan con la
tecnología para su despliegue o desarrollen una adaptada a las condiciones
geológicas de las cuencas con más potencial, tal como parece está ocurriendo y
con apoyo oficial xino-americano[7].
La
excitación por el éxito del shale oil y shale gas recuerda mucho la euforia por
la proyección de Brasil con el pre salt y haciendo un poco de analogía se debe
esperar un poco más antes de tener una visión mucho más exacta de las
implicaciones del éxito norteamericano. No se debe olvidar que a efectos de
largo plazo, es posible que también la expansión de la tecnología shale en
países No Opep termine siendo un interregno del dominio del crudo de Oriente
Medio de no presentarse otro tipo de tecnología emergente que diluya la demanda
de hidrocarburos entre otras fuentes y haga más inteligente la gestión de la
misma ante el consumidor final.
Se
corre el riesgo incluso de que los inversores malinterpreten el impacto de esta
nueva tendencia y reduzcan sus previsiones de inversión en el corto plazo
generando un recorte del ritmo de crecimiento de la producción.
La
Agencia Internacional de Energía asume que China y Rusia no tendrán el mismo
éxito que EEUU en shale oil y la expansión de la producción del crudo light de
este tipo tan solo llegará a 1,5 millones de barriles diarios. En cierta forma,
podría considerarse una estimación conservadora pero que hay que tomar en
cuenta.
Por
otro lado, para el año 2014, la mayor preocupación para la OPEP no es el shale
gas de EEUU, ni siquiera una caída de la demanda por la desaceleración de la
economía china, sino la entrada de más barriles a bajo coste de sus propios
miembros.
El
acuerdo con Irán podría incrementar su producción en 1 millón de barriles diarios
en cuestión de meses. Irak, si logra controlar la ofensiva de ISIS y Al Qaeda,
podría incrementar su producción en 500.000 barriles diarios más para el primer
semestre de 2014 rumbo a los planificados 6 millones de barriles diarios en
2020[8].
Pasada la mala hora, ambos países están ansiosos por expandir su producción y
someterse lo mínimo posible a las limitaciones de las cuotas OPEP.
Desde
nuestro punto de vista, hay una tendencia clara de expansión de las reservas y
producción de hidrocarburos a corto, medio y largo plazo gracias a la evolución
en las técnicas exploratorias y de recuperación. Solo la política rentista de
los países exportadores OPEP o no OPEP y el nivel de los precios podrían
ralentizar la velocidad de dicha tendencia pero la expansión de la oferta en
complemento con una demanda que lentamente se irá diversificando con otras
fuentes y gestionando inteligentemente dibujará un mercado con una capacidad
excedente durante el resto de la primera mitad del siglo XXI.
Por
ello, la OPEP espera y observa el impacto de cada una de estas variables
mientras lidia con la poca disciplina de sus miembros desde Arabia Saudita
hasta Irán o Irak. Una sobreoferta americana que sea tomada como señal por el
mercado real y los especuladores financieros del mercado petrolero, encontrará
a una OPEP desconcertada con miembros ansiosos por recuperar el espacio vacío
(Irán, Libia, Irak) que ahora ocupa Arabia Saudita con su capacidad expansiva
(reforzada por su apuesta por las renovables), o por relanzar su producción
para salvar sus finanzas públicas como pasa con Venezuela o la misma Irán.
Disciplinarse dentro del cartel será difícil para muchos de sus miembros.
Sin
precios superiores a los 80 dólares por barril (algunos hablan de 100 dólares
por barril), muchos de los proyectos de producción no convencional no tendrían
sentido. Ni a la OPEP ni a los No-OPEP le conviene precios por debajo de los
100 dólares por barril. En tal sentido, en caso de un descenso notable de las
cotizaciones podríamos ver un esfuerzo notable de sinergia para mantener los
precios, incluso de mayor alcance al observado a finales de la década de los 90
cuando los precios se derrumbaron. Curiosamente, no se espera que en la misma
participen los Estados Unidos por legislación doméstica, pero es probable que
otros países productores No-OPEP terminen sumado al esfuerzo llegado el
momento.
En
el ámbito del gas natural en este momento se están cerrando las largas
negociaciones iniciadas hace 10 años entre CNPC y Gazprom para el suministro de
gas ruso al mercado energético chino.
Este
acuerdo permitirá la venta por parte de Gazprom de 13.000 millones de BTU al
mercado del este chino a un precio de 10-11US$/Btu en la frontera china.
China
ha negociado duramente para no pagar más de 9US$/Btu que es lo que paga por el
gas de Turkmenistan y partiendo de la idea de que el gas transportado por
gasoducto no debería ser más caro que el GNL. No obstante, en los últimos
meses, los precios del GNL han subido y eso ha facilitado la posición
negociadora de Gazprom.
Para
Gazprom resulta importante garantizar una masiva inversión en un nuevo sistema
de gasoducto que vincule sus nuevos campos de gas en Siberia Oriental a la
terminal de licuefacción de Vladivostok planificada para exportar GNL a varios
clientes en Asia. El acuerdo con China intenta levantar financiación para parte
de este proyecto.
Gazprom
calcula el precio para China restando del precio comparado para GNL en Asia,
actualmente entre 16 US$ y 17US$ por millón de Btu, el coste de transporte al
terminal de regasificación del país importador y el coste de licuefacción y
transporte a la frontera china.
La
formula de acuerdo se espera que esté basada en el precio de referencia de los
productos petroleros en Asia.
Los
chinos por su parte se apoyan en que no necesitan tanto el gas ruso como lo
necesitaban en su momento como ocurría 10 años antes al comienzo de las
negociaciones. De hecho, China ha construido conexiones de gasoductos
alternativas con Asia Central y Myanmar. Los terminales de GNL están en proceso
de construcción y cuando estén listos podrán recibir más gas de Qatar,
Australia e incluso de la misma Rusia.
Como
casi siempre, el tiempo siempre está del lado de los chinos. Aún así los chinos
no se pueden dar el lujo de despreciar a los rusos. El país enfrenta un fuerte
déficit de gas en el futuro, especialmente por el impacto de los planes de
recorte de emisión de dióxido de carbono en las ciudades del este chino. Las
plantas poco eficientes que funcionan con carbón seguirán activas en el oeste
más no en el desarrollado e industrial este. Basta con ver el cielo de Beijing
y se entenderán las razones.
Rusia,
por su parte, ha decidido dar prioridad a su ruta oriental y darle salida a la
producción de los campos de gas natural de Siberia occidental. Eso le acerca a
la posición China sobre todo porque el gigante asiático buscará emular el éxito
de los EEUU en cuanto a shale gas. Eso despierta los temores de Gazprom y China
lo sabe aprovechar.
Esta
realidad también ha terminado afectando los escenarios de Gazprom en Europa, su
mercado tradicional y con mayor capacidad de compra. Gazprom ha estado bajo
investigación por monopolio y su proyecto de gasoducto South Stream ha sido
cuestionado por la Comisión Europea.
El
gobierno ruso, por su parte, tiene entre sus estrategias incrementar su
presencia e influencia en el mercado global de gas a través del desarrollo de
sus reservas en Siberia. Para lograrlo ha decidido quebrar el monopolio de
Gazprom. Recientemente, ha entrado en vigencia una legislación que permite tanto
a Rosneft (la estatal petrolera) y Novatek, la empresa de gas privada más
grande de Rusia, competir con Gazprom en el sector de producción y exportación
de gas. Estas empresas también están negociando con China otros proyectos de
venta de gas natural.
CNPC
es igualmente un inversor en otros proyectos de gas fuera de territorio chino
como, por ejemplo, los campos de gas en Turkmenistan y la asociación de Novatek
con Total en la península de Yamal de Rusia el cual sigue adelante. Eso
significa que CNPC obtiene beneficios de la venta de gas fuera de China y
beneficiándose de asociaciones en Rusia o con empresas rusas.
Ambas
situaciones llevan a la elevada posibilidad de que ambas empresas lleguen a un
acuerdo en el que Gazprom y otras empresas rusas terminen suministrando gas a
través del sistema de gasoductos conocidos como Energía de Siberia (Power of
Siberia), el cual conectará Kovyktinskoye y Chikanskoye, nuevos campos de gas
natural no muy lejos de Irkutsk y Chayandinskoye, un campo al norte del lago
Baikal, transportando el gas al sureste y luego a la frontera china hasta
llegar a Vladivostok.
Este
sistema se comunica con Sakhalin, la isla del norte de Japón dónde Gazprom y
Rosneft están produciendo gas y varios encargos a China están planeados.
Si
Gazprom no llega a un acuerdo y en ese sentido CNPC tiene el sartén por el
mango, Gazprom se verá expuesta a un serio riesgo no solo por la competencia en
casa sino por un potencial colapso de la demanda europea ante cualquier
circunstancia o cambio de reglas de juego por parte de Bruselas, algo que
aparentemente no ocurrirá, pero que puede aparecer en la agenda en cualquier
instante ante los cambios que el shale gas, el crecimiento de los proyectos de
GNL y su impacto sobre menores precios en la cuenca del Atlántico o China puede
inducir a muchas empresas y gobiernos europeos a repensar los contratos de gas
a futuro. Para Gazprom entrar en China es un objetivo que debe lograr ahora o
nunca.
El
éxito en EEUU ha obligado a Rusia a considerar el potencial de sus propios
recursos en shale oil y shale gas.
La
Energy Information Administration estima las reservas recuperables de shale oil
de Rusia en 75.000 millones de barriles así como 8 billones de metros cúbicos
de shale gas. Solo para comparar, EEUU tiene 58.000 millones de barriles de
reservas recuperables de shale oil y 18,9 billones de metros cúbicos de
reservas recuperables de shale gas.
La
parte del león de las reservas de shale oil está en la formación Bazhenov, una
formación geológica ubicada en Siberia. Algunas estimaciones indican que posee
cerca de 100.000 millones de barriles de petróleo en reservas recuperables,
cinco veces más que el famoso campo Bakken de Dakota Norte, una de las
estrellas del boom petrolero americano.
Para
el Kremlin, tan celoso de su geopolítica de los hidrocarburos, mantener la
producción petrolera es vital y acudir a estas potenciales reservas podría ser
la solución al declive de sus reservas de hidrocarburos convencionales.
La
mayor parte de las compañías energéticas rusas, especialmente Rosneft, Gazprom
y Lukoil están ya explorando el área y están en búsqueda de socios para lograr
el levantamiento de datos sísmicos que confirmen las estimaciones.
Durante
2013, Rosfneft y ExxonMobil se asociaron para evaluar el potencial comercial de
los bloques que estuvieron bajo antiguas licencias y que fueron abandonados en
la región de Bazhenov.
A
diferencia de Europa, en Rusia hay un tejido industrial petrolero que facilita
la explotación de este tipo de recursos que solo espera por la tecnología
adecuada. Adicionalmente, la presión de los grupos medioambientales es
relativamente inocua para el gobierno ruso puesto que la industria de los
hidrocarburos es aceptada como una de especial vitalidad por las regiones con
grandes reservas y con amplio historial de explotación.
Aún
así, no solo se necesitan la tecnología que puede desembarcar de mano de los
socios adecuados, sino también una inversión adicional en vías y ferrocarriles
que las empresas rusas y el gobierno están dispuestos a sufragar.
[2] Para las compañías que suministran servicios
en los sectores de producción de petróleo y gas (perforación, gestión del agua
usada para el fracking), los beneficios son enormes. Se benefician Schlumberger,
Halliburton,
Baker Hughes
y Weatherford y están expandiendo su
presencia en China y otros países con reservas no convencionales.
[3]
El gobierno chino ha fijado una meta de producción de 6.500 millones de metros
cúbicos de shale gas para el año 2015 y 60.000-100.000 millones de metros
cúbicos para el año 2020. A la luz de
los actuales avances en descubrimiento y
desarrollo parece una meta poco viable. Actualmente produce 107.000 millones de
metros cúbicos de gas convencional y consume 144.000 millones de metros
cúbicos. No obstante, China ha dado muestras de superar las previsiones en el
campo energético y no se debe subestimar un incremento en la producción.
[4] Estados
Unidos, China, Argentina y Rusia son los que encabezan esta lista como los
mayores poseedores de reservas de hidrocarburos no convencionales. De
acuerdo a la EIA, Polonia tiene reservas potenciales de 5.300 billones de
metros cúbicos, la reserva más grande de Europa. Otros países han respondido de
diferentes formas y no activamente como Polonia. Bulgaria la ha prohibido y
Rumanía ha levantado una moratoria. Ucrania y Lituania también se preparan para
explorar más y ayudar a prescindir del poder energético ruso.
[5]
En la medida que los precios caen en shale oil, tal como ha venido pasando con
el shale gas, la situación desmejora para las petroleras líderes en shale oil. Chesapeake
Energy y Encana, por ejemplo, se han visto forzados a vender activos y recortar
gastos. A estas petroleras les ha ido bien por encima de los 100 dólares por
barril pero descender hasta niveles de 80 dólares por barril comienzan a
presentar dificultades.
[6]
La feliz combinación de circunstancias favorables como las que observamos en
EEUU para el shale gas y shale oil no se repiten en Europa Central y Europa
Oriental. Infraestructura de gas y petróleo, datos geológicos confiables y
consolidados sobre las estructuras de potenciales yacimientos que en gran parte
ha sido facilitado en el caso americano a la perforación por décadas en
búsqueda de crudos convencionales, una regulación favorable que permita a los
poseedores de tierra ser bien compensados por el uso de las mismas. Si bien no
son condiciones que no se puedan superar en el plazo de 5 años, si ralentiza la
puesta en marcha de los proyectos si no hay voluntad político-institucional y
económico-empresarial asociada a una fuerte apertura a las inversiones
extranjeras. La ventaja en el caso de Europa Central y Oriental es que cada
proyecto shale gas compite exitosamente por contratos que tendrán un buen
retorno de inversión aún cuando los precios del gas en el mismo estén a 1 o 2
US$ por Btu debajo de lo que Rusia cobra por su gas a los importadores de la
UE, siendo este uno de los precios de gas más costoso a escala global. Ya eso
es un buen incentivo.
[7] Uno
de los argumentos que más se repite en la prensa especializada petrolera, en el
discurso corporativo petrolero privado de que la experiencia americana no es
replicable en aquellos países que no tenga un tejido petrolero competitivo, con
propiedad privada de la tierra y fuerte capacidad innovadora. En cierta forma
es así pero no es determinante. Si en este momento, por ejemplo, en Castilla y
León, España, se autoriza la explotación de recursos no convencionales y se permite
la entrada de capital extranjero con garantías de retorno de inversión o
Repsol, se dedica a explotarlo con beneficio: esos recursos naturales salen al
mercado. No se necesita un tejido empresarial inmenso o innovador autóctono
para explotar shale gas o shale oil. Esa capacidad se puede importar o
contratar si las barreras caen y permiten un retorno de inversión. Esas mismas
empresas americanas saltarían el charco a explotar Castilla y León en
asociación con las españolas (siguiendo con este ejemplo válido para cualquier
país). Tal vez el discurso de que no es replicable a la misma velocidad
justifica dos realidades: 1) las empresas privadas siempre presionarán por
mejores condiciones, es su deber y lo harán porque no está de más presionar al
regulador, aún así, las empresas entran a invertir en cualquier entorno apenas
sacan cuentas positivas en cuanto a retorno y seguridad jurídica, si las dejan
claro y 2) acceder a determinados países depende de las campeonas petroleras
nacionales o bien estatales o bien privadas. Las condiciones que éstas y el
regulador impongan son claves para poder explotar el recurso natural. En tal
sentido, explotar el shale si es factible, pero no necesariamente se tiene que
replicar con exactitud las condiciones de desarrollo de EEUU. Lo que si
condiciona, sin duda son los impactos en los acuíferos y el uso del agua. Hay
entornos mucho más sensibles y eso si hay que tomarlo en cuenta en aras de
generaciones futuras. En este momento, países como Polonia están en la primera
fase de la curva de aprendizaje en shale gas y shale oil con la colaboración de
ExxonMobil, Talisman y Marathon.
[8]
Petrochina, el productor de petróleo y gas más grande de China, ha acordado
comprar 25% de participación en el campo petrolero iraquí West Qurna 1 (50 Km
al noroeste de Basra), de ExxonMobil en un acuerdo que consolida el dominio de
la presencia petrolera china en el sector iraquí petrolero. Exxon también
venderá 10% de dicho campo a Pertamina (Indonesia), llevando su participación
total en West Qurna de 60% a 25%. Shell mantiene invariable su participación de
15%. Las compañías chinas están dejando su huella en Irak. CNPC y su filial
Petrochina está desarrollando el gran campo de Rumaila cerca de West Qurna en
sociedad con BP y entidades iraquíes, así como los campos de Halfaya y Ahdab.
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