La industria petrolera Post-Chávez: una aproximación

4ta parte

El inicio de un nuevo paradigma energético y los desafíos a los que se enfrenta

Antes de Hugo Chávez ya la visión hacia las renovables imperaba a planificadores venezolanos. El hecho mismo que la hidroelectricidad ocupara un puesto importante en su matriz energética ha sido una prueba de ello. Al contrario, bajo Hugo Chávez los procesos de implantación efectiva y transparente de nuevas inversiones en generación, transporte y distribución de energía se hundieron en el proceso de desinstitucionalización que el inició sin encontrar formas sólidas de reinstitucionalización.
 
Por un lado se ha retrocedido en hidroelectricidad, pero por el otro, y esto resulta positivo, se ha avanzado en otras fuentes renovables aunque no con la fuerza de todo el potencial venezolano.

En Venezuela se han dado los primeros pasos en fotovoltaica, eólica y geotérmica. Si bien el país podría acelerar más su carrera, estos pasos dados en un marco institucional tan poco respetuoso de la propiedad privada y la transparencia, son sin duda valiosos y dignos de tomar en cuenta.

Nuestra reflexión de hoy es simple: se ha avanzado y se ha retrocedido y como resultado existe un estancamiento enorme respecto a otros países de Iberoamérica, no obstante, por otra parte, los primeros pasos hacia un nuevo paradigma energético, aunque tímidos, ya se están dando.

El paradigma actual y el que ha estado vigente en los últimos 70 años es de generación centralizada en grandes plantas con grandes canales de transporte y una distribución en el mayor de los casos subsidiada. Esto implica una fuerte inversión en mantener el ritmo de crecimiento de la oferta y el mantenimiento efectivo y constante de los canales de transporte y distribución. Una falla en cualquiera en los planes de mantenimiento y mejora de estas fases tiene implicaciones delicadas en el futuro y eso, efectivamente, es lo que ha ocurrido en Venezuela.

El proceso de desinstitucionalización liderado por Hugo Chávez en el ámbito energético supuso la sustitución de todo lo avanzado en experiencia y horas de trabajo por nuevo personal y equipos implantados por el solo mérito de la lealtad política. Al destruirse todos los sistemas internos de contraloría interna y externa, la corrupción estaba servida y eso ha marcado a todo el sistema energético venezolano.

Ahora bien, mientras eso ha estado ocurriendo, profesionales serios establecidos en espacios de dicha institucionalidad maltrecha y poco operativa gracias a los militares y civiles politizados chavistas que les dirigían, han establecido los primeros pasos para la implantación de nuevos vectores de un nuevo paradigma.


En paralelo, el sector privado ha venido desarrollando iniciativas aisladas y muchos venezolanos han ganado experiencia y se han consolidado como talentos especialistas dentro y fuera de las fronteras del país.

El nuevo paradigma energético, ese que ya comienza a asomarse en el resto del mundo tiene su pequeño espacio en Venezuela. Ese paradigma caracterizado por la diversificación sostenible de fuentes energéticas primarias apelando en forma creciente a las renovables, desconcentrando la capacidad de generación, descentralizando y mallando a la vez los sistemas de transporte y distribución en conjunción con la configuración de nuevos sistemas de gestión inteligente del consumo, tiene sus primeras semillas en los primeros proyectos renovables que crecen en distintos rincones del país gracias al apoyo del gobierno chavista y también a pesar de dicho apoyo muchas veces lleno de prácticas corruptas.

Sin embargo, más allá de los 3.000 pequeños proyectos de generación fotovoltaica en zonas rurales y del nuevo Parque Eólico en Paraguaná, aún queda mucho por hacer y la clave para que Venezuela (colista en buena parte de los indicadores de sostenibilidad y competitividad), pueda establecer los fuertes cimientos del nuevo paradigma es la voluntad política, solo factible a través del encuentro y concertación entre todos los actores del mercado energético, especialmente, las fuerzas políticas, el gobierno, las empresas y los consumidores.


El nuevo paradigma solo es factible si se logra poner en pie lo existente del viejo a sustituir y ya eso luce como tarea titánica. No tanto porque no exista el talento ni los recursos sino porque tanto el gobierno como la oposición no han demostrado capacidad para restablecer la convergencia de dicho talento y recursos con el objetivo claro de energizar a Venezuela de la forma más sostenible posible.

Suena duro pero es la realidad. 

El restablecimiento del equilibrio de poderes políticos tal vez sea un primer paso para poder garantizar los contrapesos necesarios para la evaluación de una gestión, elemento clave para cualquier política de Estado. Esto, junto a la concertación de una nueva política energética, resulta vital.

Hecho esto, el siguiente paso está en el fortalecimiento de la capacidad administrativa del Estado y la ampliación de la misma a través de la refundación de nuevas entidades reguladoras de espacios más competitivos tanto para el capital privado como para el Estado.

Sin eso cualquier iniciativa significaría una rebatiña más propia de un festín corsario que de un Estado sólido.

Puesta Venezuela a andar como economía energética competitiva, el siguiente paso está en la construcción de un tejido empresarial especializado en productos y servicios energéticos para la exportación tanto a gran escala como en pymes. Venezuela tiene un gran potencial para el desarrollo de producción y servicios en nuevas tecnologías de fotovoltaica, eólica, hidrógeno y biocombustibles que llegado el momento pueden ser exportados a países del cinturón ecuatorial e integrados a los mercados caribeños y andinos sin pretensiones de hegemonía sino de colaboración. Para ello se requiere el soporte de clúster de investigación de las universidades y empresas privadas venezolanas/extranjeras. 

La clave de estas tecnologías es que pueden ser fácilmente adoptables y capaces de generar más empleo que la industria petrolera.

La meta es preparar al país para ser una nación post-rentista en 10 años y post-petrolera en 20 años. ¿Es difícil? No. Solo es cuestión de empujar el carro sin dejar de soñar.

Durante las últimas entregas del blog hemos vivido momentos dramáticos en Venezuela. Es un país que se hace querer y admirar. Lleno de talento pero también sacudido por grandes dosis de irracionalidad política. 

Desde Energy for Energy observamos este período histórico como uno más que todo país debe afrontar en su paso a la madurez. Nos alarman las posibilidades de violencia social o política descontrolada, pero a la vez esperamos que la sensatez de los venezolanos evite llegar a semejante trance.

Finalizamos así con estas entregas con las que pretendimos aproximarnos a lo que se espera energéticamente en una Venezuela post-Chávez.

En el futuro hablaremos más de Venezuela, pero de momento la dinámica global es tan intensa que enfocaremos nuestra lupa en otros mercados y otras energías.

Abiertos a sus comentarios y sugerencias y esperando toda la paz y progreso para Venezuela.

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