Las Smart Grids y un nuevo paradigma energético para Venezuela
¿Cómo un país cuyo apellido es energía puede estar sumido en apagones reiterados?
¿Cuáles son las alternativas para un país como Venezuela que incrementa su proporción de termoelectricidad y tiene el consumo percápita más elevado de Suramérica?.
¿Puede dejar de retroceder al siglo XIX y pasar de un salto al siglo XXI con las smart grids?
Son preguntas difíciles de responder pero que están en la mente de muchos empresarios, funcionarios y ciudadanos venezolanos.
Venezuela hasta hace 15 años no registraba mayores problemas con la gestión de su sistema eléctrico y vivía la inercia de un país con una dinámica moderna y democrática.
El país se daba el lujo de exportar electricidad al norte de Brasil y al oriente de Colombia.
Hoy se encuentra no solo ante una crisis política existencial sino ante el colapso de su sistema eléctrico y la respuesta improvisada del gobierno que preside Hugo Chávez Frías en la superación del mismo.
Se debe decir que antes de la llegada al poder de Hugo Chávez ya el sistema eléctrico presentaba problemas de diseño y gestión debido a la alta dependencia de la fuente primaria hidroeléctrica, concretamente el complejo hidroeléctrico Guri y el restante de centrales a lo largo del río Caroní, así como un proceso creciente de desinversión, aunque no tan fuerte como en los últimos 10 años, en las estatales eléctricas (salvo Empresa de Electrificación del Caroní o Edelca) y los sistemas de transporte.
Hasta el año 2006 era un sistema mixto con participación privada y pública, pero aún necesitado de una mejor administración y planificación por un potente agente regulador.
Desde el año 2007, el sector eléctrico venezolano está controlado por la estatal Corporación Eléctrica (Corpoelec).
Esta compañía es responsable de todas las áreas del sector: generación, transmisión, distribución y comercialización.
Esta empresa se fijó como misión: a) mejorar la calidad del servicio eléctrico, b) maximizar la eficiencia en el uso de las fuentes energéticas primarias, c) operar eficientemente el sistema eléctrico y d) reorganizar el sector eléctrico bajo la nueva política del Estado (Ver Decreto Nacional de creación 5.330-2007).
Hasta el año 2010, la empresa estuvo conformada por cinco empresas estatales: Cadafe, Enelven, EDC (privatizada), Enelbar y Edelca. Durante ese año su estructura se unificó dejando la coordinación central a cargo de Corpoelec y por tanto con control cercano del Ejecutivo Nacional.
La demanda eléctrica venezolana viene creciendo aceleradamente a un promedio interanual de 4,99% entre los años 2005 y 2012.
Si bien es normal una tasa de crecimiento en un país en desarrollo y petrolero como Venezuela, cuando se compara el consumo per-cápita del país (4.103 kWh) con el promedio latinoamericano (1.838 kWh/cápita) inmediatamente saltan las alarmas y más aún si se compara con otros países latinoamericanos como Argentina (2.658 kWh/cápita), Brasil (2.154 kWh/cápita), Chile (3.326 kWh/capita), Colombia (940 kWh/cápita), Ecuador (788 kWh/cápita), Perú (982 kWh/cápita) y Bolivia (515 kWh/cápita) (Bautista, 2012).
De hecho, comparado con el consumo de países europeos que no son de la OCDE(3.302 kWh/cápita), la intensidad energética de Venezuela es muy alta.
La generación eléctrica del país está liderada por la hidroelectricidad (85.962 GWh) de un total 124.270 (GWh) y eso ayuda ciertamente a mantener un nivel relativamente bajo de emisiones de carbono. No obstante, para diversificar y por la emergencia del crecimiento del consumo y el efecto del cambio climático ha llevado a Corpoelec, a veces en forma errática, a incrementar su capacidad de generación térmica.
![]() |
Las fachadas de consumo eléctrico en Suramérica |
Lentamente el gobierno actual intenta recuperar el sistema eléctrico. Un sistema que no estaba completamente centralizado y que ya venía arrastrando en su subsector público (empresas estatales) problemas de ineficiencias y desinversión en todas las fases, pero que era compensado por la iniciativa privada manteniendo un ritmo de satisfacción aceptable.
Ya en 2001 comenzaban a aparecer los primeros síntomas de desinversión en las fases de generación y sobre todo transporte desde Guri (la tercera central hidroeléctrica del mundo en capacidad de generación, por ahora y por poco tiempo).
En 2002 ya a nivel de Vice-Ministerios de Energía, Edelca y organismos de inteligencia se elevaron informes al Ejecutivo Nacional sobre los escenarios futuros en caso tal de no ejecutar una política pública que revierta las posibilidades de lo que hoy ya es una crisis.
Entre 2003 y 2007 ya se comenzaron a recibir informes desde Edelca de elevados niveles de corrupción a partir de la sustitución de su personal técnico directivo con personal militar activo y retirado de mayor confianza del gobierno nacional.
![]() |
No solo de hidroelectricidad puede vivir Venezuela pero tampoco de termoelectricidad |
La crisis estalló con fuerza a partir de 2008 como consecuencia de un año con poca descarga pluviométrica sobre la cuenca del Caroní y las consecuencias esperadas del proceso que ya se venía viviendo desde antes de 1999 en las fases de generación y transporte se hizo sentir con fuerza.
Hoy en día, un país cuyo nombre es Venezuela y su apellido es energía sufre apagones constantes en casi todo su territorio nacional. El daño a la economía es significativo y la reacción del gobierno nacional, que intenta seguramente hacer su mejor esfuerzo, no es suficiente.
Venezuela ha retrocedido en la gestión de su sistema eléctrico nacional llevando a sus ciudadanos a niveles de pobreza energética significativos a pesar de tener a disposición cuantiosos recursos primarios de energía y una capacidad empresarial privada de avanzada pero solapada.
La causa directa está a la vista: el paradigma energético vigente, el sistema de generación y transporte centralizado basado en hidrocarburos e hidroelectricidad, ha caducado por efecto de una gestión administrativa deficiente no cónsona con la evolución de un consumo doméstico (no sostenible) y dinamizado aún más por las distorsiones que introduce al mercado el Petro-Estado Venezolano.
No es una cuestión de oficialistas u opositores. Es una cuestión de configuración estatal y visión integral del liderazgo venezolano.
No es una cuestión exclusiva de éste gobierno (aunque éste lo ha agravado), sino un asunto que viene lastrado por tres décadas de autocomplacencia en un modelo rentista petrolero que impulsa sin cesar la ilusión de una riqueza sin límites.
Este modelo se retroalimenta con el viejo paradigma de la generación centralizada basada en hidrocarburos e hidroelectricidad dando como resultado, una mala administración y niveles de pobreza energética solo conocidos por venezolanos que llegaron a vivir en la primera mitad del siglo pasado.
Ciertamente no es fácil llevar electricidad al alcance de un ser humano en el mundo de hoy, aunque parezca increíble, en muchas partes del Mundo la pobreza energética es el pan de cada día, no obstante, en la Venezuela de 1945-1999 resultaba inaceptable no tener energía eléctrica. Venezuela era un Estado Nacional moderno.
Fueron décadas de planificación e inversión en un sistema eléctrico nacional para un país que consolidaba su entraba a la modernidad y que fue creciendo poblacional y económicamente a una velocidad imponente. Se puede decir que hasta 1973 el avance fue vertiginoso, equilibrado y sostenible.
![]() |
El sistema eléctrico venezolano |
Este sistema poco a poco se fue quedando corto por un proceso creciente de inversión masiva de capitales y su posterior fuga (1976-1989), seguido del quiebre sistémico total (1989-1999) y por último la estocada final a una dinámica de construcción nacional creciente, en gran parte apalancada por buena administración, venezolanos brillantes, honestos y la renta petrolera (1908-1973).
El sistema eléctrico nacional ha sido un reflejo de esta dinámica. El quiebre del modelo rentista y petrolero aún no ha sido percibido del todo por la mayoría de los venezolanos a pesar de todo lo escrito y dicho.
De hecho, este gobierno es el más rentista de todos y la oposición, con salvadas excepciones (Moverse), no ha tomado la debida nota sobre la superación de dicho modelo rumbo a una Venezuela completamente post-petrolera, tanto del punto de vista financiero, como del punto de vista empresarial y energético.
La red de transporte eléctrico de Venezuela sucumbió ante la desinversión y la ineficiencia de un sistema basado en el consumo masivo de dicha renta petrolera. La corrupción de las empresas eléctricas estatales y el contagio de la misma a las empresas eléctricas nacionalizadas han dado al traste con un siglo de avances.
Ante este panorama solo quedan 3 caminos: 1) desandar los pasos de ineficiencia y corrupción mientras se fortalece la operatividad de la red central, 2) fortalecer el mallado eléctrico de transporte con una mayor diversificación en toda su extensión conectando con nuevos nodos de generación distribuida, 3) lanzamiento definitivo no solo de proyectos grandes de generación eléctrica renovable, algo que ya se ha comenzado a hacer, sino de sistemas de generación distribuida partiendo de parques eólicos y granjas solares de menor tamaño que sirvan para nutrir zonas aisladas o diversificar la carga la red.
Estos tres pasos están enlazados por un nuevo modelo de gestión eléctrica: las smart grids. Smart grid o red inteligente constituye un sistema que integra innovadoras vías de transporte y distribución de electricidad con tecnología digital permitiendo una comunicación en tiempo real entre el consumidor, el distribuidor, el transportista y el generador mediante dispositivos que hacen más eficiente y sostenible el consumo energético, facilitando a la vez, a cada uno de estos agentes, la forma de operar en un libre mercado de intercambio de electricidad[1].
Las smart grids sin duda aportarían valor incrementado la eficiencia de las redes desde las fases de transporte a la fase de distribución, pero mucho más allá podría facilitar la integración de nodos de generación renovables o de generación distribuida generando un mercado de “prosumición” entre comunidades, edificios y barrios dónde sus habitantes no solo generarán su propia energía sino que la podrán vender al sistema central o a otro barrio/edificio/comunidad en el momento que lo considere oportuno.
Evolución de las redes eléctricas: la red del siglo XX y siglo XXI
| |
Red del siglo XX
|
Red del siglo XXI
|
Electromecánica
|
Digital
|
Comunicaciones en una dirección (si existen)
|
Comunicaciones bidireccionales
|
Construidas para una generación centralizada
|
Es capaz de integrar generación distribuida
|
Algunos censores
|
Red monitorizada y con sensores
|
Red “ciega”
|
Auto monitorizada
|
Reposición manual
|
Reposición semi-automática y eventualmente auto recuperación
|
Propensa a fallos y apagones
|
Protecciones adaptativos y creación de islas
|
Comprobación manual de los equipos
|
Equipos con operación remota
|
Decisiones de emergencia a través de comisiones y teléfono
|
Decisiones basadas en sistemas, fiabilidad predictiva
|
Control limitado sobre flujo de potencia
|
Total control sobre flujos de potencia
|
Información sobre el precio de la electricidad limitado
|
Información total sobre el precio de la electricidad
|
Consumidores sin apenas elección de suministrador
|
Consumidores con un amplias posibilidades de elección
|
Fuente: Environment Fund y el Center for Smart Energy, 2005.
|
Venezuela pasaría así del viejo paradigma de generación centralizada y rentista a uno más dinámico, con mayor valor y que termine por integrar toda la iniciativa empresarial potencial almacenada en sus ciudades, campos y barrios, en otras palabras, un nuevo paradigma de generación, transporte y consumo cada vez más distribuido, descentralizado, sostenible y prosumidor.
¿Qué hace falta para llegar a este paradigma?
Ante todo, fortalecer la red central y hacer funcionar la capacidad generadora existente hasta ahora. Es triste que se acuda a plantas de ciclo combinado o termoeléctricas en un país inundado por el sol y el viento, pero de momento, ante las inversiones realizadas, lo racional es que estas funcionen bien y con la mayor eficiencia sostenible posible.
Para que eso y los planes futuros funcionen sin que se pierdan en la maraña cívico-militar de corrupción vigente, se debe: a) fortalecer institucionalmente la capacidad reguladora del Estado en el sector eléctrico, lo cual implica consolidar la capacidad profesional e integridad profesional y ética de su personal, así como la desmilitarización del mismo, b) consolidar el marco regulador para que la iniciativa privada nacional, en primer lugar, seguida por la extranjera, pueda entrar a participar siguiendo diferentes modalidades de negocios que a su vez permitan beneficios equilibrados para el Estado, la empresa privada (generadores, transportistas y distribuidores) y el consumidor final.
Mientras se consolide lo existente durante los próximos 4 años (2013-2017), se debe iniciar el diseño de los planes de implantación del nuevo paradigma.
Al cuarto año (2017) se debe comenzar, de acuerdo a los planes resultantes, la instalación de más puntos de generación distribuida renovable apoyándose en fotovoltaica, solar de concentración y eólica (macro y micro) para así diversificar la matriz energética y liberar paulatinamente todos los derivados posibles y gas a efectos de exportación (qué debe ser el destino principal). En paralelo a este proceso, se debe realizar la instalación de la primera fase de las smart grids que pasa por la aplicación de dispositivos de medición y gestión en la fase de transporte centralizado, y de medidores inteligentes por planes pilotos en zonas de distintos estratos dónde se pueda medir el comportamiento del usuario.
Durante los dos años siguientes (2017-2019), el Estado (tanto a nivel central como descentralizado), debe mejorar aún más su capacidad reguladora y normativa apoyada en todos los poderes públicos para evitar distorsiones en el mercado, actos de corrupción y generación de pasivos ambientales.
Esta fase inicial de 6 años (2013-2019) se podría llamar la del inicio de vida del nuevo paradigma.
A pesar que parece un plan innovador, se debe recordar que ya Brasil y Chile están comenzando la fase que, de acuerdo a este planteamiento para Venezuela, se iniciará en el año 2016. Es decir, estos países latinoamericanos, apartando el atraso venezolano por desinversión en infraestructura (que equivale a unos 15 años), le llevan a dicho país ya 4 años de ventaja, lo cual no está mal y de hecho sus experiencias sin duda serán enriquecedoras para Venezuela.
![]() |
El futuro |
Adicionalmente, se debe tomar en cuenta que para su funcionamiento, la constante discusión democrática entre todos los sectores productivos del país, consumidores, capacidad experta (universidades, think tank, consultoras, expertos), gobiernos central y descentralizado debe ser el mecanismo central de decisión. De esta forma, se logrará la mayor transparencia posible.
Al igual que muchos problemas del país, el relanzamiento de la modernización del sistema eléctrico venezolano requerirá de un esfuerzo de concertación titánico.
Pareciera por momentos que el país no está preparado para ello, pero no es la primera vez en su historia republicana que pasa por instantes dónde casi todo se da por perdido y de repente resurge de sus cenizas.
Venezuela tiene todo el potencial humano, empresarial y natural para lograr la implantación de un paradigma energético sostenible.
Todo se resume en la voluntad, la constancia y disciplina para hacerlo.
Los venezolanos han dado muestras de que reúnen todas estas virtudes y los resultados en distintos ámbitos de la vida social del país están a la vista.
Bibliografía y Hemerografía
Bautista, Santiago (2012). A sustainable scenario for Venezuelan power generation sector in 2050 and its costs en Energy Policy 44 (2012) 331-340.
Eclac (2004). Renewable Energy Source in Latin America and the Caribbean. Nueva York, Eclac.
Comments
Post a Comment